Acerca de José Mora Galiana

Profesor jubilado de Filosofía del Derecho y Pensamiento Político, en la Universidad Pablo Olavide (UPO) de Sevilla.

ANTE LA SITUACIÓN SOCIOPOLÍTICA, DESDE ESPAÑA

ANTE LA SITUACIÓN SOCIOPOLÍTICA, DESDE ESPAÑA

De mayor a menor:
1) A día de hoy, en la Comunidad Humana, nos encontramos en un escenario de potencias globales y regionales en permanente tensión y fricción. Ejemplo: la última reunión del denominado G7, y la guerra comercial entre EEUU y China; o el caballo de batalla (el petróleo) entre Rusia y China frente a los EEUU, en el territorio de Venezuela…
2) Hace poco, Francia amenazó con bloquear el pacto con MERCOSUR por los incendios en Brasil, pero en Gran Canaria, desde el sábado 17 de agosto, se ha sufrido un devastador incendio que, en cifras oficiales, ha producido una superficie quemada de 10.000 hectáreas…
3) En el Mediterráneo, la cuestión migratoria no es tratada en coherencia con el art. 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos sobre libre circulación de las personas. Y, además, se incrementan las tensiones entre Turquía y la debilitada UE, por motivos de exploración de nuevas reservas de hidrocarburos en torno a la isla de Chipre y por cuestiones geoestratégicas y de Derecho Internacional…

Ante estas y otras muchas realidades de ruptura de la solidaridad humana, en Oriente y en Occidente, en el Norte y en el Sur de nuestro Planeta Tierra (también afectada por un grave cambio climático), que no parece ser la Casa Común deseada, se nos plantea la exigencia ética de abordar cuanto acontece en un ámbito determinado con el fin de explorar posibilidades de transformación más satisfactoria para la convivencia humana.
Así, pues, metodológicamente conviene establecer y desarrollar cuatro puntos de orientación e indagación: 1. Un punto de partida o “núcleo a priori”; 2. Un sistema de hipótesis para enlazar el punto de partida con los hechos observables; 3. La zona de investigación por “inducciones”; y 4. La vasta periferia de análisis empírico.
1.- ¿Cuál puede ser el punto de partida?
Siendo conscientes de la inter-relación existente entre la Naturaleza o el Medio en el que vivimos, las personas humanas, y la Sociedad, Comunidad o Comunidades de distintas características, me atrevería a afirmar que el punto de partida es un “núcleo a priori” a modo de base vital-reflexiva que nos hace sentir que la realidad y sus distintas realidades son, en general, complejas, dinámicas y abiertas, y que la realidad humana y las propias acciones se materializan, al fin y al cabo, en lo que denominamos la realidad histórica.
2.- El sistema de hipótesis que enlaza el punto de partida con los hechos o los datos observables es la estructura dinámica de la realidad histórica y su devenir. La hipótesis, ante realidades estructuralmente injustas, es poder cambiar a mejor por medio de la “praxis” transformadora.
3.- Se impone, pues, acotar la zona de “inducciones” para establecer un análisis no sólo global sino local, no sólo central sino periférico, no sólo estatal sino fronterizo…, para ver cuáles son las fuerzas efectivas que intervienen en los procesos históricos, en una determinada zona.
No basta referirse tan sólo a lo económico, lo institucional y lo ideológico, ya que con independencia del sentido de libertad o de liberación que se tenga, hay toda una serie de fuerzas que inciden poderosamente en la marcha de la Historia: a) Las fuerzas estrictamente naturales (recursos materiales y naturales); b) La vida, o las fuerzas biológicas (los instintos, la salud y la enfermedad, la demografía, los recursos vitales…, la propia subsistencia…); c) Las fuerzas psíquicas (sentimientos, talento, ambiciones, capacidad persuasiva, voluntad y liderazgo); 4) Las fuerzas sociales (estratificación social, grupos de presión, usos y costumbres, ocupaciones y trabajos, prejuicios, modas…, medios de comunicación, y fuerzas productivas y económicas, sobre todo); 5) Fuerzas culturales, religiosas e ideológicas (y los distintos quehaceres: político, jurídico, normativo, científico, literario, educativo, técnico, informático, artístico…); 6) Las fuerzas propiamente políticas (de quienes gobiernan y hacen cumplir el conjunto normativo establecido); y 7) Las fuerzas estrictamente personales que, individualmente o en grupos, por medio de las distintas opciones que se toman, intervienen en el curso de la historia y en la orientación y sentido de la misma.
¿No valdría este análisis de fuerzas que inciden en la realidad histórica para poder optar ante la situación actual de España? ¿No podrían mejorarse, desde la praxis política, lo estructuralmente injusto en las realidades de fronteras, ya sea en Gibraltar, en Ceuta o en Melilla?
Probablemente sí. No obstante, como vivimos en un mundo global dominado por unos determinados predominios neoliberales a ultranza, o en una Casa Común estructuralmente poco solidaria, cuando no estructuralmente injusta, con zonas donde persiste el totalitarismo, hay que incorporar un paso más en toda ciencia que se quiera aproximar a la realidad, estructuralmente compleja, dinámica y abierta.
4.- La vasta periferia, y la exigencia de la ciencia empírica. Los puestos fronterizos son parte del Mediterráneo. España no está sola ni en Europa ni en el Mundo. Europa ni está unida ni va de los Urales al Atlántico…, Venezuela es objeto de ambiciones naturales, materiales, económicas y políticas por parte de sus comunidades, de su propia sociedad y sus distintas opciones, pero también y sobre todo por parte de grandes potencias como EEUU, China y Rusia…
Esa es la realidad histórica, que podría ser de otro modo…, desde una praxis política distinta, transformadora, solidaria, al servicio del Bien Común. ¿Podría producirse un cambio en España en su sentido histórico? ¿Cabe hacer realidad efectiva el Estado Social y democrático de Derecho que propugna en su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político? ¿Se interpretan realmente los derechos fundamentales de conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos?
En estos momentos conviene refrescar lo que se indica en el art. 9, 2 de la Constitución Española: “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo [mejor, de las personas] y de los grupos en que se integran sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.”
Sabemos, además y concluyo, cuáles son los valores comunes que deberían presidir la mano de la Justicia Europea: dignidad, libertad, igualdad, solidaridad y ciudadanía ¿Acaso es esa nuestra realidad histórica actual en la Unión Europea?
En realidad no sólo estamos ante unos momentos de crisis de la socialdemocracia sino ante la exigencia de ser reforzada, desde la regeneración y el compromiso político en la praxis de transformación

José Mora Galiana (PhD),
A fecha, 30 /VIII/2019

DE LA REFLEXIÓN DE LOS RETOS DEL DÍA «D»

DE LA REFLEXIÓN A LOS RETOS DEL DÍA “D”

El día de reflexión especial fue el anterior al de las votaciones generales del presente 28 de abril. El día «D» es el posterior a las elecciones generales, es decir, el siguiente a las votaciones. Despejado el escenario de incertidumbre y enfrentamientos partidistas, conviene ahora retomar los retos planteados en el contexto de un nuevo horizonte.

Ya no valen latiguillos ultramontanos o levantiscos como el de «Tiempo de rojos, hambre y piojos»; o el de «home roig i gos pelut primer mort que conegut». Eso se remonta al ayer de la Dictadura. Hecho el ejercicio de desentrañar lo mejor de la Constitución de 1978, que nos ha permitido vivir en paz y en justicia, importa afianzar la separación de poderes: legislativo, ejecutivo, y judicial, pero viendo la forma también de poder garantizar declaraciones de intenciones y derechos propios de los principios rectores de la política social y económica (objeto del capítulo III de la Constitución), así como una mejor organización territorial y distribución de competencias, con sentido federal integrador, en ningún caso excluyente (ver el título VIII de la mencionada Constitución de finales de 1978).

Hoy me resulta significativa una comunicación próxima a los cuarenta que ha ejercido su voto, y que en familia, dice lo siguiente:
“En nuestra Mesa Electoral terminamos las tareas sobre las 23: constatando una participación del 80%… Tras el día de ayer, veo un horizonte de Gobierno (PSOE+UP) …, que necesitará de pactos concretos (con ERC, y/o con PNV, …). Espero que algunas cosas se sea capaz de sacarlas adelante con más consenso. Es un horizonte propio para vislumbrar alguna posible reforma de calado. Los escaños nacionalistas, que suman más de 30, no es poca cosa, y podrían tenerse en cuenta para mejorar el encaje territorial, evolucionar y empezar a hacerlo desde el propio marco constitucional. Esperemos que las fuerzas independentistas lo comprendan así, mirando el interés general y no el de cada nacionalismo de forma independiente. Sería incluso deseable pactar también aspectos importantes de Estado con Ciudadanos, pero esta fuerza no parece que vaya a mostrar un talante colaborador… Vamos a ver como se evoluciona»
El lenguaje bélico, de soberbia e hinchazón, es poco cervantino y muy poco renacentista; conviene templar hasta las cuerdas vocales y los gestos, para mejorar racionalmente y cordialmente en nuestro amor humano colectivo hacia la sociedad, el Estado y la Comunidad Humana. Hay que seguir proclamando la voluntad de:
1. Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las Leyes conforme a un orden económico y social justo.
2. Consolidar el Estado de Derecho
3. Proteger a todas las personas españolas y a todos los pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.
4. Promover el progreso de la cultura y de la economía para garantizar una digna calidad de vida 5. Establecer una sociedad democrática avanzada, y
6. Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra (nuestra madre Tierra, que debemos cuidar).

Por todo lo dicho, precisamente, fuimos capaces, en su día de constituir y construir un Estado Social y Democrático de Derecho, que propugna valores superiores mirando el Interés General y el Bien Común. Avancemos, pues, en garantizar derechos humanos, que deben ser fundamentales e inalienables en toda persona humana y en toda familia, comunidad o sociedad civil de convivencia respetuosa e intercultural o transcultural.

¿QUÉ ESTÁ PASANDO CON LATINOAMÉRICA?

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN LATINOAMÉRICA?
José Mora Galiana, Camas (SE), 22/03/19

Desde enero de 2009 a enero de 2019, América Latina ha ido cambiando en su tonalidad política, impulsada desde sustratos “pretorianos” y “elitistas” hacia opciones neoconservadoras y neoliberales individualistas frente a los sistemas de otro signo “comunitarista”, más o menos democráticos o más o menos totalitarios, según los casos (ver Le Monde, nº 780-66e année. Mars 2019, pág. 1 y 10-11: La droite dure à la manoeuvre: Où va l´opposition au Venezuela?, de Julia Buxton, y el gráfico “Vague bleue en Amerique Latine” de Cecile Marin).
Desde otras perspectivas, Leonardo Boff, a finales de febrero del presente año, nos decía, desde Brasil, que la actual crisis política social reclama profetas, pues si se mantiene el camino abierto del Tener, profundizado por el ultraliberalismo que domina el confuso gobierno de Bolsonaro y se imponen las reformas propias del mercado competitivo y nada cooperativo, Brasil puede transformarse en una nación de “parias”. Desde España, José Arregi, recordando los tiempos en que el 24 de marzo de 1980 fue asesinado Oscar Romero, que sigue vivo en su pueblo, invita a combatir los abusos de poder –causa principal de toda violencia-, desde la esperanza, la fortaleza y la justicia de forma rebelde pero no violenta.
Quizás hay una pregunta previa a la formulada desde el Foro de Comunicación y Debate: ¿Qué está pasando en Latinoamérica? La pregunta se formuló incluso en un libro de 2018: “¿Debe importarnos América Latina?” (1). Ambas preguntas son pertinentes, tanto si queremos promover la liberación integral, al modo de Ignacio Ellacuría- optando políticamente por los medios organizativos más aptos-, como si, optimistas en nuestro mundo cada vez más complejo y multipolar, al modo de Josep Piqué, se mira en todas direcciones, y de modo especial hacia la convergencia del desarrollo humano integral del Atlántico, Europa y África.
En este sentido, me resultó encomiable la mirada serena de François Houtart, fundador del Centro Tricontinental (CETRI), en la Universidad Católica de Lovaina, y que abordaba desde la preocupación medioambiental hasta la crisis de la hegemonía global o el policentrismo geopolítico (2). De hecho, América Latina está afrontando en pleno 2019 un proceso de profundas transformaciones políticas y económicas. Este año, en verdad, puede marcar un punto de inflexión en la región de una gran parte del Mundo Occidental si tenemos en cuenta, entre otros, los siguientes aspectos:
a) La ola azul indicada en el conjunto de la región –frente a opciones anteriores supuestamente liberadoras, pero con sus contradicciones.
b) El primer año de Bolsonaro en Brasil y la situación del Partido del Trabajo.
c) López Obrador en México, y sus problemas internos y externos.
d) La crisis política y económica en Venezuela, y su situación internacional a favor de Maduro, o en contra (a favor de Guaidó), y a favor del diálogo o en posición ambigua.
e) Las tensiones sociales en Centroamérica y la cuestión migratoria con Estados Unidos, bajo el gobierno de Donald Trump.
f) Los condicionantes de los intereses internacionales, sobre todo de Rusia, China, y Cuba, respecto a Estados Unidos, Canadá y Europa.
g) Y otros factores propios de cada país, ya sea en México, en Centroamérica y El Caribe, o en la diversidad de América del Sur, en donde operan factores geopolíticos, sociales, económicos, ideológicos, culturales e incluso religiosos.
América Latina ha despedido el año 2018 como uno de los años de mayor intensidad política y convulsión de las últimas décadas.
A lo largo de estos meses han emergido algunas cuestiones que marcarán el devenir de la región en el presente 2019. En primer lugar, los problemas que tienen en principio un alcance nacional, pero que pueden generar repercusiones imprevisibles en la zona; y, además, los temas que afectan a varios países a la vez, para los que aún no se ha ofrecido una solución completa.
El carácter heterogéneo de la región ha quedado nítidamente reflejado recientemente. Países con un desempeño económico muy positivo, como Chile, Bolivia, Colombia, República Dominicana o México, cohabitan con otros en una fase de crisis aguda, como Venezuela, Argentina o Brasil. En el mismo sentido, existen Gobiernos que apuestan por una integración regional marcada por la liberalización de los mercados, mientras otros dirigentes buscan primar la unidad política, lo que lleva a choques entre modelos contrapuestos, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América —impulsada por Venezuela— o UNASUR frente a otros acuerdos y organizaciones, como la Alianza del Pacífico o MERCOSUR. Los datos, no obstante, conviene actualizarlos no sólo desde el punto de vista económico sino conforme a los índices de desarrollo humano (IDH).
Con el fin de suscitar reflexión y aportaciones, convendría debatir en torno a tres puntos:
a) La rica diversidad natural de una vasta región del continente americano, conjugando la escala de lo real y lo diverso
b) Los hitos históricos que han ido conformando la territorialidad política actual dependiente y desigual
c) La coyuntura del momento histórico y sus fenómenos más sobresalientes en la dimensión social: Educación y Salud; Igualdad y libertad; Ciudadanía, Solidaridad y Justicia.
Nos interesa Latinoamérica por ser territorio hermano dentro de la Gran Comunidad Humana, pero también por su historia y el peso mundial que tiene ahora –de población y territorio- en el conjunto del Desarrollo Integral de la Humanidad. ¿Dónde puede estar el secreto de las tendencias del futuro inmediato? Quizás en cuál sea realmente, en la práctica, el fetiche del desarrollo: el fetiche jurídico del capital (economicista e individualista) o el fetiche cultural del Bien Común, comunitarista y socializante, (3).
Concluyamos con una referencia al final del libro de Pedro Baños:El dominio mundial. Elementos del poder y claves geopolíticas(2018), «Un mensaje de esperanza»:

«La conflictividad social vivida en el pasado, y que todavía persiste, debería vacunarnos contra ella de una vez por todas. Para conseguir un mundo más armónico… se hace necesario un cambio de mentalidad. Hay que abandonar el individualismo y el egoísmo y dirigirse hacia un modelo que contemple a todo y a todos los que nos rodean, los cuales deben ser parte intrínseca de uno mismo. Los programas educativos tienen que aunar tecnología y humanidades, para evitar convertir a los seres humanos en cíborgs o robots. La persona no puede perder su esencia, aquello que una máquina no puede ni tampoco nunca debe tener: moral, conciencia, valores. La voluntad humana no puede llegar a ser sustituida por un aparato, porque, de suceder así, quizá nos encontraríamos ante el final de la existencia de la especie humana…
El mundo nos ha conectado y debemos vernos como parte de un todo diverso y unido. Una solución personal es temporal si no es para todos…»
_______
• (1) Piqué, Josep: El mundo que nos viene (2018), DEUSTO, Barcelona, páginas 173-190.
• (2) Últimas obras de François Houtart (Bruselas, 1925- Quito, 2017):»Africa codiciada. El desafío pendiente» (2007); «De los bienes comunes al bien común de la humanidad» (2012); «El bien común de la humanidad» (2013); «El camino a la utopía y el bien común de la humanidad» (2014); «El camino a la utopía desde un mundo de incertidumbre» (2015).
• (3) Ver Salamanca Serrano, Antonio: El fetiche jurídico del capital: hegemonía global mediante los estudios de Derecho (2016), IAEN, Quito, capítulo 4: “Los estudios de Derecho en América Latina y el Caribe”, páginas 79-89

TRIBUNA DE DEBATE: EL MENSAJE DE LA UNESCO

Desde mediados de noviembre de 1945, el mensaje de la UNESCO sigue vigente, pero no es garantizado. Ese debería ser el reto del nuevo año 2019. Podríamos darnos por satisfechos con la incorporación en la vida cotidiana del Preámbulo y su artículo primero.

El Artículo 1 dice así:

«Propósitos y funciones

  1. La Organización se propone contribuir a la paz y a la seguridad estrechando, mediante la educación, la ciencia y la cultura, la colaboración entre las naciones, a fin de asegurar el respeto universal a la justicia, a la ley, a los derechos humanos y a las libertades fundamentales que sin distinción de raza, sexo, idioma o religión, la Carta de las Naciones Unidas reconoce a todos los pueblos del mundo.
  2. Para realizar esta finalidad, la Organización:
  3. a) Fomentará el conocimiento y la comprensión mutuos de las naciones prestando su concurso a los órganos de información para las masas; a este fin, recomendará los acuerdos internacionales que estime convenientes para facilitar la libre circulación de las ideas por medio de la palabra y de la imagen;
  4. b) Dará nuevo y vigoroso impulso a la educación popular y a la difusión de la cultura: Colaborando con los Estados Miembros que así lo deseen para ayudarles a desarrollar sus propias actividades educativas; Instituyendo la cooperación entre las naciones con objeto de fomentar el ideal de la igualdad de posibilidades de educación para todos, sin distinción de raza, sexo ni condición social o económica alguna; Sugiriendo métodos educativos adecuados para preparar a los niños del mundo entero a las responsabilidades del hombre libre;
  5. c) Ayudará a la conservación, al progreso y a la difusión del saber: Velando por la conservación y la protección del patrimonio universal de libros, obras de arte y monumentos de interés histórico o científico, y recomendando a las naciones interesadas las convenciones internacionales que sean necesarias para tal fin; Alentando la cooperación entre las naciones en todas las ramas de la actividad intelectual y el intercambio internacional de representantes de la educación, de la ciencia y de la cultura, así como de publicaciones, obras de arte, material de laboratorio y cualquier documentación útil al respecto; Facilitando, mediante métodos adecuados de cooperación internacional, el acceso de todos los pueblos a lo que cada uno de ellos publique.
    Deseosa de asegurar a sus Estados Miembros la independencia, la integridad y la fecunda diversidad de sus culturas y de sus sistemas educativos, la Organización se prohíbe toda intervención en materias que correspondan esencialmente a la jurisdicción interna de esos Estados. «

El Preámbulo no tiene desperdicio:

Los gobiernos de los Estados Partes en la presente Constitución, en nombre de sus pueblos, declaran:

Que, puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz;

Que, en el curso de la historia, la incomprensión mutua de los pueblos ha sido motivo de desconfianza y recelo entre las naciones, y causa de que sus desacuerdos hayan degenerado en guerra con harta frecuencia;

Que la grande y terrible guerra que acaba de terminar no hubiera sido posible sin la negación de los principios democráticos de la dignidad, la igualdad y el respeto mutuo de los hombres, y sin la voluntad de sustituir tales principios, explotando los prejuicios y la ignorancia, por el dogma de la desigualdad de los hombres y de las razas;

Que la amplia difusión de la cultura y la educación de la humanidad para la justicia, la libertad y la paz son indispensables a la dignidad del hombre y constituyen un deber sagrado que todas las naciones han de cumplir con un espíritu de responsabilidad y de ayuda mutua;

Que una paz fundada exclusivamente en acuerdos políticos y económicos entre gobiernos no podría obtener el apoyo unánime, sincero y perdurable de los pueblos, y que, por consiguiente, esa paz debe basarse en la solidaridad intelectual y moral de la humanidad.
Por estas razones, los Estados Partes en la presente Constitución, persuadidos de la necesidad de asegurar a todos el pleno e igual acceso a la educación, la posibilidad de investigar libremente la verdad objetiva y el libre intercambio de ideas y de conocimientos, resuelven desarrollar e intensificar las relaciones entre sus pueblos, a fin de que éstos se comprendan mejor entre sí y adquieran un conocimiento más preciso y verdadero de sus respectivas vidas. En consecuencia, crean por la presente la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, con el fin de alcanzar gradualmente, mediante la cooperación de las naciones del mundo en las esferas de la educación, de la ciencia y de la cultura, los objetivos de paz internacional y de bienestar general de la humanidad, para el logro de los cuales se han establecido las Naciones Unidas, como proclama su Carta. «

Nota: el reforzar en negrita el final es opción propia.

¿Por qué no pasar del dicho al hecho? Ese es el gran reto que debemos plantearnos en 2019?M

Mis mejores deseos de año nuevo para una renovada convivencia, con conciencia de Comunidad Humana y de Solidaridad Internacional.

 

                                                                                                  José Mora Galiana,

                                                                                                                 31/XII/2018

PRO RELACIONES INTERNACIONALES DE PAZ

Evitar las guerras, prevenir que las naciones fuertes opriman a las débiles, y promover el codesarrollo responsable solidario pueden considerarse tres objetivos claros en la construcción de una Nueva Comunidad Humana. Pero… ¿somos capaces de caminar en ese sentido en nuestro contexto histórico actual?

En España, hace ya cuarenta años, se estableció democráticamente el deseo de establecer la justicia, la libertad y la seguridad, garantizando la convivencia conforme a un orden económico y social justo; se consolidó un Estado de Derecho para proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones; se expresó claramente la voluntad de promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a toda persona una digna calidad de vida; y se estableció una sociedad democrática avanzada para colaborar también en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.

Hoy, conviene tomar conciencia del mundo como realidad global y ver si, como Estado Social y Democrático de Derecho, podemos aportar a la Comunidad Humana aquello que se consideraba como los valores superiores de la Constitución Española (del 6 de diciembre de 1978), es decir: la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político, a lo que conviene añadir, en estos momentos, el sentido de la interculturalidad y la defensa de la dignidad de toda persona humana, así como la exigencia de conservar un medio ambiente adecuado para el desarrollo armónico de nuestra Casa Común que es el planeta Tierra.

¿Estamos en condiciones de transmitir fortaleza y esperanza?

Sin duda, el afán desmesurado de poder y el pugilato entre quienes lo ostentan, el afán capitalista del tener y sus magnates financieros – sin olvidar a los medios de comunicación- han sido y siguen siendo causas del imperialismo moderno y postmoderno. Pero… ¿cómo lograr que no se acumule en manos de pocos el poder, el dinero y los medios de comunicación? ¿Acaso no son los seres humanos naturalmente competitivos, codiciosos y, en mayor o menor grado, aguerridos?

Como ya advertía Bertrand Russell, tratando estos temas en Caminos de Libertad – del tiempo de entre guerras-: “No hay ninguna fórmula mágica que transforme el odio en armonía universal”. Pero se puede entender que las guerras son más destructivas que rentables, y que es preferible la cooperación internacional al sometimiento, el dominio y la esclavitud o la exclusión de las comunidades más débiles y necesitadas.

Los mismos convenios internacionales, para prevenir las catástrofes, necesitan de un nuevo talante, de actitudes éticas, intelectuales y práctico-prácticas distintas a las que estamos habituados a ver en las relaciones internacionales de corte colonial, dictatorial o absolutista. En este punto, la Educación es clave en el desarrollo de la solidaridad internacional y el codesarrollo, ya sea en el África Ecuatorial, en América Latina, en Rusia, en la India, en China, en EEUU, o en Europa…

Lo primero y principal será, pues, hacer un correcto diagnóstico para analizar las causas que dificultan en gran manera el que se construyan relaciones internacionales de solidaridad y no se destruyan unos pueblos a otros, como vemos hoy en nuestro mapa-mundi. ¿Acaso no se podría ir creando un sistema social, político y económico, de mayor justicia distributiva que fomentara el grado de bienestar necesario para el conjunto de la Humanidad? Ese es nuestro ideal, esa es nuestra esperanza.

Decía el liberal, y a la vez liberador, Bertrand Russell los años de 1917 y 1918 que la felicidad de todos aquellos que no sufran alguna desgracia en particular resulta algo tan posible como imperativo. Desde entonces…, ahí estamos frente a las dificultades y las tragedias o el malestar de nuestras culturas.

Necesitamos conjugar justicia distributiva, desarrollo solidario, libertad e igualdad, enriquecidos con la reivindicación del bienestar y un mayor “goce de vivir”. Necesitamos cambiar de mentalidades ancladas en el pasado ideológicamente cerrado o partidista. Nuestra propia experiencia histórica puede ser maestra para una nueva vida.

España puede desplegar, por medio de su lengua y su cultura, toda una labor diplomática mundial en pro de las relaciones internacionales solidarias ya sea en Marruecos o en Gibraltar, en Latinoamérica o en Japón, en el África Negra, en Asia, en Oriente Medio, y en los propios Estados Unidos –donde el mundo hispano tendrá en un futuro próximo mucho más peso específico que el actual-. Pero, previamente, tendremos que fortalecer nuestro propio Estado Social y Democrático de Derecho, aunando renovados esfuerzos en cumplir objetivos trazados y ampliarlos a las exigencias del mundo global presente.

En vez de estar continuamente guerreando, tal vez convenga retomar ad intra el artículo 9,2 de la Constitución Española:  Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impiden o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.

Ad extra, nuestro Preámbulo es muy claro: establecida una sociedad democrática avanzada, hay que colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.

SENTIDO CONSTITUCIONAL Y FUTURO EN EUROPA

En estos momentos de quiebra de tantas realidades, se viene hablando de la necesidad de un nuevo Contrato Social, en España, en Europa… y en Naciones Unidas. En mi opinión, respecto de España, convendría retranquearse un poco del momento crítico en el que estamos inmersos, y retomar el sentido constitucional de 1978 que quiso garantizar la convivencia democrática y establecer un orden económico y social justo. 

¿Acaso puede fracasar aquella fuerza interior que movió a tantas personas en la década del 68? Hoy vivimos otra realidad pero la juventud nos pide un cambio y no pocos mayores denuncian la incapacidad de gestionar la crisis económica y financiera con sentido social solidario.

El «sentido» constitucional tiene que ver con la filosofía hermenéutica. No se trata de interpretar sólo lo escrito al pie de la letra o con cierta coherencia interna y jerárquica sino de «desvelar» el hacia dónde y el para qué de la norma de las normas o de la Ley de las Leyes, y, teniendo en cuenta la realidad presente, «actualizando» la realidad y los hechos sociales, económicos, políticos e institucionales, tratar de dar una respuesta; resolver, en su caso, transformar si fuera necesario. Es cuestión, pues, de introducir, junto al conocimiento y la impresión afectiva de la realidad, la voluntad efectiva de una praxis transformadora orientada hacia el bien de toda la ciudadanía. 

El tema puede parecer complicado. Pero tampoco es tan difícil como para esquivarlo. Hay que afrontarlo. Por mi parte, incluso pienso que sería suficiente con que retomásemos, en España, la lectura de los diez primeros artículos de la Constitución (CE), sin olvidar, claro está, el Preámbulo que viene a darnos magistralmente la «voluntad constituyente». 

¿Qué se pretendía entonces? Se deseaba establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de toda persona. ¿ Acaso no es eso lo que se pretende en Europa? ¿Acaso no es ese el reto de Naciones Unidas?

Ello implica, al menos en España: 

1. Garantizar la convivencia democrática

2. Consolidar un Estado de Derecho bajo el Imperio de la Ley

3. Proteger los Derechos Humanos, culturas y tradiciones, lenguas e instituciones

4. Promover el progreso cultural y económico con el fin de lograr una mayor calidad de vida

5. Lograr una sociedad democrática avanzada, superando realidades vergonzantes

6. Colaborar en fortalecer relaciones de paz y de cooperación entre todos los pueblos de la Tierra. 

¿Cuáles eran los valores superiores? La libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Se dirá que son valores subjetivos, pero el Derecho garantiza al menos esos valores de forma relativa.

 Hoy, quizás por contraposición al enfrentamiento de civilizaciones promovido por intereses económicos y de hegemonía política, habría que añadir «la interculturalidad». Muy subjetivo pero muy necesario para el diálogo, la convivencia, y las alianzas de paz justa, incluso en procesos de Transición.

La propia visión cultural de las cosas y el propio sentir y pensar conviene dialogarlo con la visión de los demás y sus apreciaciones de la realidad; y, en la comunicación de una cultura con otra o de una lengua con otra, hay que establecer un espacio de entendimiento y de intercambio. Los Partidos Políticos expresan pluralismo pero no dialogan, se enfrentan o se alían según intereses, no son interculturales, y además, fallan mucho en democracia interna y externa. Lo mismo podría decirse de los distintos gobiernos, de los sindicatos, y de las asociaciones empresariales, o de las actuales asociaciones de autónomos. 

¿Qué decir de la Soberanía Nacional o de la Forma Política del Estado y de Las Fuerzas Armadas? Cuanto menos que es absolutamente necesario «actualizar las realidades» y, tomada la pertinente conciencia, avanzar hacia un Nuevo Contrato Social. De hecho, el «sentido constitucional» es naturalmente contractualista, y, desde el presente, debe encarar el futuro por medio de un amplio consenso. Hay que encaminarse hacia un Nuevo Horizonte de Comunidad Humana. 

Los artículos 9 y 10 (de la CE) no tienen desperdicio. Sujetos a la Constitución y al Ordenamiento jurídico, corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para la libertad y la igualdad. Lo fundamental: la dignidad de la persona, los derechos inviolables, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley justa, y a los derechos de los demás… Para concluir la orientación y el norte del sentido constitucional esbozado, bastaría con recordar el art. 10, 2: 

«Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los Tratados y Acuerdos Internacionales sobre las mismas materias ratificados por España». 

¡Ojala! Ni conviene bajar la guardia, ni tampoco desfallecer en los avances hacia una democracia cada vez más real. Ya nos lo indica Stéphane Hessel, en pro de una Europa Federal, una Europa Política y Social -frente a la Europa Mercantilista e Individualista- en su opúsculo: ¡No os rindáis! 

Algunos consideran que el proyecto Europa pasa por una especie de Leviatán, económico o político, pero los principios de cohesión económica, territorial y social, así como los Derechos Fundamentales de la Unión, son muy claros y permiten apostar por “Otra Europa”, Social, Solidaria, y de Futuro, en la “mixtura Erasmus” que han logrado nuestros jóvenes más despiertos y ágiles. 

“Si dejamos que el nacionalismo y el euro-escepticismo se impongan, corremos el riesgo de ser arrastrados de nuevo a los lados más oscuros de nuestra historia”, en Berlín y en Paris, en Ámsterdam y en Atenas…, en Lisboa, Madrid, y Roma. ¡No nos rindamos!

 

 

José Mora Galiana,

Sevilla, junio 2013