FUTBOL

            Sí, hablamos de ese juego que inventaron los ingleses en 1863, que tiene antecedentes en las propias islas británicas en la Edad Media y que, más remotamente, se remonta a juegos de pelota en la antigüedad clásica de Grecia y Roma. Lo que comenzó como un fenómeno deportivo impulsado por la Asociación Inglesa de Fútbol, hizo una extraordinaria fortuna y se extendió por el planeta con tal éxito que hoy constituye el deporte mayoritario y por excelencia en casi todos los países del mundo. Un deporte que levanta pasiones inmarcesibles y que cuenta con miles de millones de seguidores entre los cuales anida una rama ultra, minoritaria pero muy peligrosa que, en ocasiones, ha llegado al crimen.

            Hace mucho tiempo que el fútbol dejó de ser solo un deporte y hoy constituye sobre todo un negocio, un gran negocio que mueve montañas de dinero en derechos televisivos, recalificación de estadios, compraventa de clubes y futbolistas, pelotazos urbanísticos so pretextos deportivos, recaudaciones estatales, apuestas, quinielas, primas, fichajes, comisiones etc., etc. Los presidentes de los clubs, que antes eran de sus socios pero hoy son sociedades con su accionariado que se compra y vende como otra empresa cualquiera, son con frecuencia procesados por delitos económicos y, en algunos casos, van a dar con sus huesos en la cárcel.

            Aunque siempre se ha manipulado políticamente el deporte en general y el fútbol en particular, quizás lo novedoso  sea la utilización política a gran escala de blanqueo y auto-prestigio que las monarquías absolutas como Arabia Saudí o Qatar están haciendo de este multitudinario deporte. Son regímenes autocráticos cuyos súbditos carecen por completo de derechos y cuya población femenina vive una situación de subordinación e invisibilidad impensables en una sociedad civilizada. Solo en la construcción de los estadios de Qatar donde hemos visto jugar el mundial, se calcula que han muerto 6.000 trabajadores. Eso sí, las arcas de estos Estados están rebosantes de petrodólares. Eso explica que el Mundial de Fútbol se haya jugado en Qatar interrumpiendo todas las ligas del mundo (Allí no se puede jugar en verano) o que 4 equipos españoles se hayan marchado a jugar la Supercopa de España a Arabia Saudí a 6.000 Km de la península.

            Los miles de millones de espectadores de todo el mundo que, por medio de la televisión,  han visto el Mundial de Qatar en Doha o la Supercopa española en Riad, asisten deslumbrados al gran espectáculo en magníficos estadios en forma de jaima árabe y aire acondicionado con toda clase de lujos,  creados para la ocasión. Ello constituye una extraordinaria propaganda política sostenida por periodistas y canales de televisión internacionales, que están allí para seguir al deporte de masas pero, a su vez, dando una visión de buena organización, orden y limpieza de unas satrapías corruptas hasta el tuétano.

            Últimamente la corrupción catarí ha llegado al corazón de las instituciones europeas, el Parlamento Europeo, con la compra de voluntades políticas y la implicación de una vicepresidenta del Parlamento, por más señas, afiliada al Pasok griego y ya expulsada del mismo.

            Se puede afirmar que, hoy por hoy, lo único que conserva una cierta belleza y deportividad, es el propio juego en sí, es decir, el fútbol o balón-pié. Todo lo demás está ya comprado por el poderoso caballero.

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