¿TIENE DERECHO A CANTAR Y BAILAR UNA MUJER SOCIALDEMÓCRATA?
La respuesta obvia a esta pregunta se complica si a las caracteríscas de sexo e ideología, añadimos la de ser bella, inteligente y Primera Ministra de Finlandia. Además puede llevarnos a otra pregunta más amplia e inquietante: ¿Tienen derecho a divertirse los políticos en el ejercicio del cargo? Desde luego, pero no a la manera de Boris Johnson que organizaba fiestas muy concurridas en plena pandemia en la sede del gobierno, mientras prohibía hacerlo al resto de los ciudadanos.
Finlandia es un país de más de 330.000 kilómetros cuadrados, poblado sólo por 5.500.000 habitantes, por tanto, con una densidad poblacional muy baja, que disfruta de una renta per cápita de 45.000 euros, un estado del bienestar consolidado y uno de los niveles de vida más altos del mundo. Es un régimen plenamente democrático en forma de República Parlamentaria y actualmente su gobierno está formado por 5 partidos, curiosamente dirigidos por cinco mujeres, y cuya Primera Ministra es la socialdemócrata Sanna Marín.
Como es sabido Suecia y Finlandia (Países tradicionalmente neutrales) acaban de solicitar y obtener su ingreso en la OTAN, lo que, en medio de su aventura bélica, ha enfurecido notablemente al autócrata del Kremlim que ha puesto a trabajar a sus servicios secretos a fin de desprestigiar a las primeras ministras de Suecia y Finlandia, que han osado buscar el paraguas de la Alianza Atlántica ante la agresividad imperialista rusa. Así pues, propagandistas rusos vinculados con estos servicios, que fueron la escuela y posteriormente el oficio de Vladimir Putin, han comenzado a lanzar la falsa especie de que Sanna Marín consume drogas. Para completar el cuadro, El Partido de los Finlandeses, (Ultraderecha) ha instado a Marín a hacerse un test de drogas para probar su inocencia, cosa a la que esta ha accedido, con resultado negativo.
Resulta de una hipocresía insoportable que un individuo que no duda en encarcelar y asesinar a sus oponentes políticos, que -desde posiciones ultranacionalistas y ultraconservadoras- ha causado miles de muertos en Chechenia, Siria y ahora en Ucrania, pretenda criminalizar una fiesta privada a la que asiste Sanna Marín en su tiempo libre y donde se toman unas copas, se canta y se baila.
Es verdad que los políticos tienen la obligación de ser ejemplares y quizás lo permitido a un particular esté vedado para un servidor público pero, por lo demás, tienen los mismos derechos y obligaciones que el resto de la población y no vemos por qué si deben hacer su declaración de la renta, no pueden tomarse una copa o bailar samba si les gusta.
El único «delito» que apreciamos en la actitud de Sanna Marín es su juventud, su falta de prejuicios y la larga frontera que comparte con la Rusia de Putin.