Hace pocas semanas nos preguntábamos desde estas mismas páginas ¿vamos hacia una guerra en Europa? El autócrata ruso que hoy manda en el Kremlin ha contestado sangrientamente esta pregunta. En efecto, Vladimir Putin ha invadido un Estado soberano con pretextos tan peregrinos como desnazificar un país democrático y preservar del genocidio a la región del Donbás que, al margen de su ocupación ilegal, nadie estaba atacando. Ha llevado la guerra a Europa después de 80 años de paz ininterrumpidos, retrotrayéndonos a los peores años de la II Guerra Mundial.
Hay que reconocer que, en este caso, la CIA autora de avisos muy precisos sobre la invasión, ha acertado plenamente. Ello ha permitido la preparación de las sanciones europeas y norteamericanas y una mejor coordinación a ambas orillas del Atlántico.
Además de lo atávico de la guerra en sí misma, lo más repugnante de esta es que se está librando, en gran parte, contra la población civil. Igual que en Siria, donde Bachar el Asad apoyado por Putin lanzaba desde aviones bidones de gasolina sobre las viviendas de la población, ahora la aviación, la artillería y los cohetes rusos, explosionan contra los bloques de pisos donde viven los ucranianos. Sin excluir hospitales, escuelas, residencias de ancianos, supermercados y cualquier establecimiento habitado.
Parece claro que Vladimir Vladimirovich Putin puede ser acusado con fundamento de criminal de guerra.
Sería un error pensar que los “rusófonos” (ruso-parlantes) son partidarios de la unión con Rusia. Járkov, ciudad donde la mayoría de la población habla ruso, esta oponiendo una resistencia feroz al ejército de Putin y, aunque es verdad que en parte del Donbás la población se siente rusa y está por la anexión, la inmensa mayoría de los ucranianos no quiere vivir al dictado de Moscú.
Por otra parte, la invasión rusa ha obligado a un éxodo interior y exterior que se cifra ya en 10.000.000 de personas, sobre todo mujeres y niños. Por las fronteras polacas, húngaras, rumanas y moldavas han pasado más de 3.000.000 de personas que, han sido acogidas en los países de la UE. Esta vez Europa ha estado a la altura de sus principios.
Las derivadas para Europa de la guerra de Putin son penosas todas: Encarecimiento de las materias primas, de productos básicos de alimentación, cereales, aceites , carnes etc. Encarecimiento de gas, gasolina, petróleo e hidrocarburos en general, con las repercusiones que estas subidas tienen en la vida de la población, especialmente entre los más vulnerables. Rearme general que va a traer como consecuencia que la prioridad ahora serán las armas y no la educación, la sanidad, la investigación y los asuntos sociales o el cambio climático. En definitiva, la guerra de Putin la vamos a pagar todos los europeos, está por ver si el precio es solo económico o exigirá sacrificios de otra índole.
Al otro lado está la admirable actitud y valentía del pueblo ucraniano que, con su modesto ejército y un Presidente excepcional al frente del país, está dando un ejemplo de dignidad de alcance planetario. Zelenski, licenciado en derecho y antiguo actor cómico que ganó las elecciones en 2019 por un 73,7%, se ha convertido en un héroe de nuestro tiempo y lo ha hecho utilizando el arma más poderosa que tiene: La palabra. Ha hablado pidiendo ayuda y en defensa de su país ante el Parlamento Europeo, el Bundestag, las Cámaras de EEUU, el Parlamento Británico, la Asamblea francesa, el Parlamento israelí, el italiano…. Ha conseguido una simpatía mundial para su causa.
Una desgracia para Putin es que esta guerra, su guerra, la están televisando en tiempo real para todo el mundo. Esto es nuevo, nunca lo habíamos visto así. Los cadáveres, la destrucción, las personas huyendo, las lágrimas de los niños, el dolor de las mujeres, permanecerán en la retina de los europeos durante mucho tiempo.
Es posible que algún día Putin comparezca ante el Tribunal Penal Internacional para responder por sus crímenes. Mientras tanto nos quedamos con la heroicidad del pueblo ucraniano, la firmeza del Presidente Zelenski y la solidaridad europea.
!!!Slava Ukraini¡¡¡ (Gloria a Ucrania)