LA GUERRA INTERNA DEL PP

            El partido popular chapotea penosamente desde hace varias décadas en un albañal de corrupción donde abundan las comisiones ilegales, el desvío ilícito de dinero público, los dossieres comprometedores y los espionajes a sus propios dirigentes con unos procedimientos propios de las organizaciones mafiosas. Eso por no hablar de sobresueldos,  de opacidad fiscal,  de la mal llamada «Policía patriótica» que unía a su condición espuria de utilizar medios públicos para fines privados, la de estar cometiendo un delito de ocultación de pruebas y obstrucción a la Justicia. Han estado financiando las actividades partidistas de los últimos 20 años, especialmente las campañas electorales, a costa de las comisiones fraudulentas de los contratos públicos suscritos con las administraciones que controlaban y eso, a todos los niveles: Ayuntamientos, CCAAs y Gobierno Central. Tanto han insistido en esta línea que, hay varias sentencias que califican al PP de organización criminal.

         Tan evidente ha sido el origen delictivo de su excesivo gasto en campañas electorales que, de haber participado en una competición deportiva en vez de electoral, habría sido descalificado por dopaje.

         Finalmente, en 2018, la corrupción hizo caer el gobierno de Mariano Rajoy, mediante una moción de censura que venía a establecer unos mínimos de higiene democrática.

         Es en este marco de corrupción política donde debemos situar la actual batalla en el seno del PP.  Es una lucha por el poder a tumba abierta desprovista de cualquier matiz ideológico diferenciador, que se desarrolla entre un débil líder nacional con una política errática, y una presidenta de Madrid que ha arrasado en las últimas elecciones de su comunidad, que maneja un presupuesto multimillonario (del que ya se está beneficiando su familia) y resuelta a disputar al líder el poder máximo dentro de la organización. Por cierto, cachorros ambos de la misma camada, criados a los próvidos pechos de Esperanza Aguirre.

         Pablo e Isabel se intercambian acusaciones en público y en los medios de comunicación que, aunque esto lo tendrán que fallar los jueces, son presuntamente constitutivas de delito. Posiblemente, ambos tienen razón.

         En efecto, cobrar una comisión por una adquisición de la administración donde tu hermana es la máxima representante, al margen de consideraciones éticas o políticas, puede caer bajo el Código Penal. Así mismo, espiar a un cargo público utilizando otro cargo público -ese fontanero dimisionario incrustrado en el ayuntamiento de Madrid – esos detectives que no se sabe quien paga, esas filtraciones documentales… Todo eso tiene un terrible aspecto de sumario judicial.

         Parece que, como decía Pio Cabanillas Gallas, aquel ministro de Franco, fundador del primitivo PP y ministro varias veces de UCD: ¡Cuerpo a tierra que vienen los nuestros! En el PP han llegado «Los nuestros» y se van a despedazar entre ellos. Es probable que se pacten alto al fuego y treguas (pues todas las guerras las tienen) pero, cerrar la contienda sin victimas  una vez declaradas las hostilidades, se nos antoja poco menos que imposible.

         Lo más lamentable es que esta guerra interna es absolutamente ajena a los intereses y necesidades de los ciudadanos, saca a la superficie lo peor de un partido político, perjudica a la democracia y tiene como único beneficiario a Vox.

EXPECTATIVAS Y RESULTADOS

                   Cuando fallan las expectativas electorales suele acrecentarse la tendencia crítica, sobre todo ante espectáculos poco gratos, pero algunos expertos aconsejan ser conscientes de que opciones distintas a las propias también juegan sus bazas y que lo más importante, en cualquier caso, es tratar de organizar la sociedad de la forma más justa posible.

                   En este sentido, tal vez, Rafael Román, desde la perspectiva andaluza, subrayó hace poco que el PSOE precisa hacer lo que dice, o sea, defender la sanidad y la educación públicas, fomentar la innovación, y también la tecnificación y digitalización de nuestros activos estratégicos – turismo, agricultura, industria naval, aeroespacial o química… -, con el fin de armar con solvencia la tercera revolución. Pero sin ensoñaciones ni precipitaciones.

                   Aunque se nos pueda tachar de provincianos, conviene tener en cuenta también la importancia de las provincias en la necesaria vertebración social y política, tanto andaluza como española e incluso comunitaria. Pues ni Soria es Segovia, ni León es Zamora, ni Granada es Sevilla ni Jaén es Huelva, … ni Baviera es Berlín, ni Coimbra es Lisboa… Sin embargo todas ellas han ido vertebrando los Estados.

                   Lo que no conviene, bajo ningún concepto, es dar pasos atrás en lo que tanto ha costado lograr: la Declaración Universal de los Derechos Humanos, considerando siempre que la libertad, la justicia y la paz tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todas las personas de la familia humana; el Estado Social y Democrático de Derecho, en cuanto que propugna como valores superiores del ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político; y los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, con el fin de proteger la dignidad humana, el derecho a la libertad y a la seguridad, la igualdad ante la Ley, la solidaridad, la ciudadanía y la Justicia.

                   En el nivel de protección de los derechos humanos no caben interpretaciones limitativas o lesivas a la hora de ser aplicados – los deberes y los derechos- en los distintos ámbitos de la vida y de la gran Comunidad Humana a la que las personas, toda persona, sin discriminación alguna, pertenecemos.

                  Conclusión:

                   Estemos donde estemos, al analizar expectativas y resultados, lo más importante, en cualquier caso, es tratar de organizar la sociedad de la forma más justa posible, venciendo situaciones adversas que dificulten la vertebración solidaria e impidan avanzar en el desarrollo integral de todas las personas humanas. Tomar conciencia personal y social de nuestros deberes y garantizar derechos fundamentales es ahora prioritario para fortalecer el Estado de Derecho.

UNA BANCA AL SERVICIO DE TODOS

     La situación de malestar generalizada que se apreciaba entre los usuarios de los servicios bancarios más habituales, sobre todo entre el colectivo de mayores, ha estallado de forma no sorpresiva, pero sí esperable.

         La intensidad del conflicto gestado en muy poco tiempo pone de manifiesto el grado de distanciamiento y enfado de este colectivo, que se siente excluido y maltratado.

         Esta brutal reducción de los servicios bancarios que estamos soportando todos los clientes y usuarios tiene un origen indiscutible.

         En primer lugar fue la crisis del sector inmobiliario que llevó a la quiebra a la mayoría de las entidades financieras y, segundo, los efectos de la reconversión y reestructuración de los bancos.

         Desde 2008 han desaparecido la mitad de las oficinas y hay 100.000 empleos menos. El proceso de reconversión se desarrolla a ritmo de vértigo. Todos los días se conocen nuevas fusiones. La concentración bancaria en muy pocas entidades está generando muchas dificultades de orden técnico y el resultado sobre los ratios de solvencia mejor no comprobarlo con mucho detenimiento.

         El Gobierno está desolado, ni controla ni influye con una estrategia decidida de antemano, simplemente se limita a bendecir los hechos consumados.

         Al final pueden quedar muy pocos jugadores en el tablero (parece ser que se cumplirán los deseos de los antiguos “cinco grandes”, acabar con las Cajas de ahorro y crear un gran y exclusivo monopolio bancario).

         La principal causante del aumento de exclusión financiera – aunque no el único – está siendo Caixabank, sencillamente por el gran número de cajas absorbidas que aportaron millones de clientes, entre ellos los mayores.

         Caixabank está siendo el paradigma y modelo en su estrategia de reconversión interna:

· Primera fase.- Desaparición de los símbolos y cultura de las cajas absorbidas.

· Segunda fase.- Integración tecnológica. En pocos meses ha desaparecido cualquier rastro que recuerde a las antiguas cajas.

· Tercera fase.- Sometimiento brutal a los trabajadores de las nuevas entidades.

         Asumiendo un volumen y presión comercial cada vez mayor y con menos trabajadores debido a los continuos expedientes de regulación de empleos, aparecen de un día para otro enormes colas de jubilados los primeros de mes a las puertas de las oficinas para cobrar por el cajero. Pero la realidad es que se cierran los puestos de caja de muchas sucursales y en otras se limita su atención a las 11 de la mañana, los impuestos se pagan en cajero automático, etc… En definitiva, … que no pises la oficina.

Los mayores somos las primeras víctimas de esta inmersión tecnológica, acostumbrados a trato personal en sus antiguas cajas, ahora nos vemos abocados a la fuerza a ser clientes virtuales, sin trato humano o muy escaso.

Somos el colectivo más llamativo, pero al resto le ocurre igual, con la misma desconsideración por parte de las direcciones de las entidades financieras.

Estos efectos son consecuencia de una nueva realidad “El monopolio financiero”. El cliente pasa a ser objeto exclusivo de aportación de rentabilidad. Una fuente de ingresos por comisiones, por todo y en la cuantía que decidan por él, sin margen de discusión ni
negociación. Lo que hay es lo que hay y sabemos que el resto de bancos de tu pueblo o barrio te ofrecerán lo mismo.

Esta política de exclusión y de falta de vinculación personal con la entidad está teniendo ya efectos preocupantes para el negocio bancario. Los más jóvenes ya no tienen ningún sentimiento de lealtad hacia su banco, como tenían sus padres, y cada vez utilizan más los servicios de pago on line que están apareciendo en el mercado de manos de entidades foráneas, incluso no bancarias, que ofrecen los mismos servicios de forma más ágil y barata.

Pero al resto de clientes les está ocurriendo lo mismo, en la medida que se utilizan más herramientas tecnológicas, más desapego se tiene con su entidad y más fácilmente se puede producir su baja como cliente.

En los mayores es más difícil la movilidad pero su sentimiento de maltrato es muy fuerte y éstos son básicos para la estabilidad financiera de un banco. Son los que tienen más fondos de ahorro sin retribuir, con ingresos seguros y fijos, muchos son avalistas de sus familias y generan, además, muchos recibos y domiciliaciones que generan comisiones de mantenimiento, son en definitiva los mejores clientes.

Serían los primeros en dar el cambio si el Gobierno se decidiese a potenciar las Cajas de ahorro – pero este es otro debate.