EL VOLCÁN DE LA PALMA

Pocas veces se tiene la oportunidad de asistir en directo al terrible y modificador fenómeno de una erupción volcánica como la de estos días en la Isla de la Palma. Se trata del volcán más joven del planeta Tierra cuyo nacimiento ha traído efectos devastadores sobre viviendas, cultivos, orografía y sobre los propios habitantes de la isla. Es un claro ejemplo de cómo actúa la naturaleza ante nuestros ojos, sin que tengamos la más mínima posibilidad de evitar su curso ni sus consecuencias.

En esta ocasión el fenómeno ha ocurrido en nuestro país y tiene unas características en las que merece la pena detenerse:

1) El acierto de la previsión científica ha sido determinante para evitar daños personales. Cabe señalar que después de 55 días de erupción, no se ha producido ninguna muerte a causa del volcán. Esto ha sido posible porque los vulcanólogos y los geólogos, ante el enjambre de seísmos y su localización, previeron con una aproximación de 300 o 400 metros, donde se iba a producir la erupción: En el Cumbre Vieja. Este acierto permitió evacuar a parte de la población antes de que el volcán entrara en erupción.

2) La colaboración entre administraciones es decisiva ante catástrofes de esta magnitud. El Presidente del gobierno ha visitado ya 6 veces la Isla de la Palma, informándose y poniéndose al frente de los equipos que trabajan sobre el terreno. El Presidente de Canarias parece que vive allí. Los alcaldes de la zona que tienen el dolor de los vecinos y el problema de la destrucción encima, se han movilizado con solidaridad y rapidez.

3) Las fuerzas sobre el terreno han organizado un extraordinario trabajo de prevención, evacuación, realojo, limpieza de cenizas, asistencia de primeras necesidades y sicológica y en general, de apoyo a una población desolada por las pérdidas sufridas que, en algunos casos, incluyen la vivienda y los cultivos de muchas familias.

Por otra parte se está haciendo una exhaustiva labor minuto a minuto de monitorización y medición del volcán  que ha permitido evacuaciones rápidas que han evitado males mayores.

4) Las ayudas que han acordado el Consejo de Ministros, La Comunidad Autónoma Canaria, El Cabildo Insular y los Ayuntamientos afectados, han sido cuantiosas y solo cabe esperar que fluyan con rapidez hacia los que las necesitan. Hay una solidaridad ejercida por el pueblo español que se manifiesta con donaciones por medio de Cruz Roja u otras instituciones benéficas y por cuentas abiertas a favor de los damnificados de la Palma que, están sirviendo para atender primeras necesidades. Las administraciones siempre son lentas pero, debemos decir que las primeras viviendas ya han sido entregadas a las familias más necesitadas

 5) La actitud de los palmeros y palmeras es admirable, su serenidad dentro del dolor y su capacidad de reacción ante una situación como esta no dejan de sorprender.

            Dice una señora: «Lo hemos perdido todo, pero tenemos la vida y eso es los más importante. Hay que seguir» Un agricultor que había perdido su casa: » A mi abuelo le destruyó su casa el volcán, mi padre hizo una nueva, ahora yo la volveré a construir» Un hombre declara ante los medios de comunicación: «Este es el precio que hay que pagar por vivir en el Paraíso». Está claro que estas mujeres y hombres seguirán viviendo en La Palma.

3 comentarios en “EL VOLCÁN DE LA PALMA

  1. Gracias por el comentario tan positivo sobre esta tragedia humana, que no es más que el precio pagado por nuestra osadía de convivir desde tan cerca con la naturaleza. Ante tanta negatividad y enredos políticos nacionales, muy alejados del sentir general de la ciudadanía, se agradece comprobar cómo cooperando llegamos más y mejor. ¡Saludos!

  2. Despues de elaborado este artículo, desgraciadamente se ha producido el fallecimiento de un hombre de 72 años, al parecer mientras realizaba labores de limpieza de cenizas de la cubierta de su casa. Todavía se investiga lo sucedido. Esperemos que sea un caso accidental y aislado y que no se repita.

  3. Es absolutamente asombrosa la serenidad dignidad y entereza mostrada por los habitantes de la Isla de la Palma y la solidaridad del resto de España. Como dice la folía: «Un volcán no puede quemar la esperanza».

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