Desde finales de 2020 se había popularizado la exigencia de “cuidarse” – en un contexto de pandemia covid – y, superando el individualismo, nos abríamos a un sentido amplio, inclusivo y comunitario, como forma de entender la vida y de dar vida. Hoy, la exigencia del cuidarnos y del cuidado se agranda hacia la Naturaleza, es decir hacia nuestra Casa Común que es la Tierra.
En efecto, en la Agenda 2021, de National Geographic –por un mundo mejor y más sostenible- se incorporaban “17 objetivos para un gran fin: transformar el mundo”. La pregunta es muy clara: ¿Podemos acabar con el hambre, lograr la igualdad de género o detener el cambio climático de aquí a 2030?
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son:
- Acabar con la pobreza
- Hambre cero
- Salud y bienestar
- Educación de calidad
- Igualdad de género
- Agua limpia y saneamiento
- Energía asequible y no contaminante
- Trabajo decente y crecimiento económico
- Industria, innovación e infraestructura
- Reducción de las desigualdades
- Ciudades y comunidades sostenibles
- Producción y consumo responsables
- Acción por el clima
- Vida submarina
- Vida de ecosistemas terrestres
- Paz, justicia e instituciones solidarias
- Alianzas para lograr los objetivos
Estos objetivos fueron suscritos por 193 jefes de Estado en septiembre de 2015, y fueron presentados en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. ¿Por qué no se ponen en práctica? ¿Por qué sigue siendo el supremo poder económico elitista y ultraconservador el que condiciona, domina o coarta las posibilidades de alianzas solidarias que conjuguen igualdad y libertad?
Como nos ha indicado Federico Mayor Zaragoza, a principios de noviembre de este año:
“En el «otoño esperanzador «de 2015, con el Presidente demócrata Barack Obama en La Casa Blanca, fue posible adoptar los Acuerdos de París sobre Cambio Climático y la Resolución para «transformar el mundo» en la Asamblea General de las Naciones Unidas, para la urgente puesta en práctica de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Era especialmente relevante y oportuna porque, ¡al fin!, incorporaba a la ciudadanía mundial, consciente de la gravedad de la situación, a la acción adecuada y responsable para las generaciones venideras.
Pero, a los pocos meses, llegó el insólito Donald Trump a la presidencia norteamericana, con todos los supuestos hegemónicos del partido republicano, y declaró -eso sí, con gran vivacidad y presteza- que no pondría en práctica los acuerdos de París ni la Agenda 2030… Y silencio. El resto del mundo, silencio.”
¿Qué ocurre ahora? El mismo Mayor Zaragoza lo acaba de expresar este 17 de noviembre:
“A pesar de los excelentes informes científicos que, una vez más, alertaron sobre la necesidad de adoptar medidas apremiantes y poner en práctica sin ulterior demora los Acuerdos de París sobre el cambio climático y la Agenda 2030 de la Asamblea General de las Naciones Unidas «para transformar el mundo»,… a pesar de la presencia de múltiples y activas instituciones y representantes de la ciudadanía mundial, con múltiples jóvenes de especial capacidad informativa… a pesar de países convencidos de la impostergable necesidad de resolver, sin vacilaciones, las presentes tendencias… al final ha sido, de nuevo, el «gran dominio» (financiero, militar, energético, digital, mediático) el que ha aplazado, con total irresponsabilidad intergeneracional, la adopción de medidas que pudieran detener, todavía , la presente deriva ecológica.
Urge cambiar el foco del desarrollo humano, mujeres y hombres, pueblos y naciones, de modo que sea un desarrollo integral, sostenible, solidario y especialmente cuidadoso con el Medio Ambiente, es decir, con la Naturaleza, que es nuestra Casa Común, en el Planeta Tierra.
¿Qué necesitamos? Alianzas eficientes de Estado; sentido común. Alianza de Universidades, Ciencia y solidaridad efectiva; derrotar unidos la Covid 19 y otras enfermedades endémicas del globo; y construir un mundo más culto, saludable, justo y equitativo, desde la conjunción de la Ética y la Praxis Política.