El Gobierno afronta un nuevo curso político con algunos triunfos en la mano y varias incógnitas importantes por despejar. Entre los primeros cabe citar el incuestionable éxito de la campaña de vacunación, que no sólo ha cumplido el objetivo de llegar al 70 por ciento de la población en agosto sino que, además, nos ha situado como uno de los países con mayor población vacunada del mundo. El éxito no es solo del Gobierno, sino de una sociedad española informada y proclive a las vacunas y de un sistema sanitario público que, a pesar de necesitar un mayor fortalecimiento, ha hecho y hace un extraordinario esfuerzo para atender a los enfermos de Covid-19, el resto de las patologías y vacunar masivamente a la población. El otro triunfo evidente y cuantificable es la reactivación económica. Ello ha permitido la salida de cientos de miles de trabajadores, los ERTE y la creación de empleo en los últimos meses.
El turismo de los españoles/as ha contribuido eficazmente al sostenimiento de todas las variantes hoteleras y hosteleras amen del comercio y el turismo internacional, ha iniciado una lenta recuperación que puede acelerarse con las bajas incidencias que comienzan a anotarse en España.
Además, dentro del desastre de la retirada de Afganistán, nuestro país ha conseguido evacuar en pocos días a varios miles de personas y establecer un punto de acogida y distribución que, por lo que sabemos, funciona con eficacia. De hecho, el 8/9/2021, el titular de Exteriores, se ha comprometido a negociar con los talibán la salida del personal afgano que ha colaborado con las fuerzas españolas.
Entre las incógnitas destacan dos especialmente preocupantes: El precio de la electricidad que amenaza a muchas familias españolas y a la recuperación; y La cuestión catalana.
En el primer caso, cabe señalar que los españoles pagamos unos precios por el fluido eléctrico más caros de Europa. Esto es así históricamente sin que gobiernos de izquierdas o derechas hayan hecho gran cosa por evitarlo. ¿No es posible intervenir el precio de la electricidad o crear una empresa pública? ¿Es que estamos a merced de Endesa, Iberdrola, Naturgy y demás empresas del sector? ¿De verdad no hay nada que hacer? Si un Gobierno como el actual no hace nada al respecto, ¿Quien lo hará? ¿Pablo Casado? En algún analista económico hemos llegado a leer que el consumidor debe percibir un “umbral de dolor” en la factura eléctrica. ¿Cuánto dolor debemos soportar para que se replanteen los grandes beneficios de las compañías eléctricas?
La cuestión catalana parece aún más insondable. Los distintos grupos independentistas no se ponen de acuerdo entre ellos y, además, piden lo que saben no pueden obtener:
Amnistía y Referéndum de autodeterminación. El futuro de la mesa de diálogo entre el Gobierno y el Govern parece cuando menos incierto.
Todo ello con un PP cada vez más radicalizado y obsesionado con VOX, capaz de ponerse enfrente del Gobierno en mitad de una crisis política y diplomática con otro Estado (Marruecos), objetar la operación de evacuación en Afganistán realizada por el Ejército Español a las órdenes del Gobierno, o afirmar hasta la saciedad que la campaña de vacunación puesta en marcha en nuestro País constituye un rotundo fracaso.
El Nuevo Curso Político se anuncia, pues, políticamente movido no sólo en el sistema educativo y sanitario sino en las relaciones internacionales y en la propia vertebración territorial como Estado Social y Democrático de Derecho.