“ESTÁS DESPEDIDO”

Los demócratas que, desde la costa este a la oeste de Estados Unidos han salido a la calles de sus principales ciudades con incontenible y explicable alegría, a celebrar la victoria de Joe Biden, le han gritado a pleno pulmón a Trump : “Estas despedido.” En efecto, no es habitual que un presidente pierda la reelección en este país pero tratándose del actual inquilino de la Casa Blanca, nada lo ha sido durante su mandato. Tampoco su salida tiene visos de efectuarse con normalidad y resulta probable que antes de marcharse de forma ruidosa e inelegante, nos obsequie con algunas patochadas finales. Su denuncias de irregularidades y corrupción del sistema electoral de su país, que viene formulando meses antes de las elecciones, su infundada y antidemocrática pretensión de parar el recuento, su apelación a los jueces y finalmente su no aceptación de los resultados que no le favorecen, parecen insólitas en una democracia consolidada cuando, además es su Administración la que convoca y controla el proceso electoral

Donald Trump ha sido derrotado en votos populares (los que emiten los electores) por una diferencia de 6.000.000. de sufragios, por votos electorales: Los que emiten los Estados que dan a Biden muchos más de los 270 (306 hasta ahora) que necesita para vencer. Y, finalmente por número de Estados que han votado al candidato demócrata. Así pues, efectivamente, los norteamericanos, han despedido a Donald Trump. Con él se marcha una manera de hacer política o debiéramos decir de hacer negocios que se ha basado en una brutal bajada de impuestos que ha favorecido a las grandes empresas y fortunas, es decir, al propio Trump y a sus amigos de la desregulación y el capitalismo salvaje, sus colegas de la especulación inmobiliaria. Junto a eso, en estos aciagos 4 años de mandato, ha tratado de destruir todo lo bueno hecho por Obama que favorecía a los más vulnerables, singularmente los seguros médicos para los más pobres. Es decir, la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible más conocida como “Obamacare”. Es aquí, ante la aparición de la pandemia del coronavirus donde su actuación raya con lo criminal al negar la importancia de la misma, no prever ningún plan para atajarla, despreciar el uso de la mascarilla y recomendar remedios tan peligrosos y pintorescos como las inyecciones de lejía. Todo ello en un país que va por los 12.000.000 de contagios y más de 250.000 muertos. Donald Trump ha hecho mucho daño a Estados Unidos y al mundo, es de esperar que, alguna vez tenga que rendir cuentas por ello.

Joe Biden, Presidente electo de Estados Unidos, se ha puesto a trabajar con su equipo en cuatro líneas que son vitales para el país: La Covid 19, la crisis económica, el cambio climático y el racismo imperante en la sociedad norteamericana. Naturalmente, estos grandes asuntos globales afectan al resto del planeta que, con excepciones (Bibi, Boris, Bolsonaro) ha respirado aliviado ante el cambio de Administración en USA.
Por fin ese gran país va a contar con un equipo científico de lucha contra la pandemia, lo que va a evitar muchos contagios y muertes si los políticos se dejan aconsejar, y en una pandemia es vital, por los expertos: Investigadores, virólogos y epidemiólogos.

Pensamos que se abordará la recesión no olvidando a los trabajadores y a los segmentos desfavorecidos de la sociedad con políticas que no dejen a nadie en la cuneta.

Biden ha asegurado que volverá al consenso climático del Acuerdo de París.

Es deseable no volver a ver asesinatos de ciudadanos negros a manos de la policía, tenemos la convicción de que Kamala Harris será determinante para ello.

Mientras Biden y su equipo trabajan, Trump juega al golf, destituye al hombre que se negó a sacar al ejército contra los manifestantes del Black Lives Matter y al director de la Agencia de Ciberseguridad por certificar la integridad y limpieza de le elecciones presidenciales. Por último, prepara con sus leguleyos todas las triquiñuelas posibles a ver si consigue ganar en los tribunales lo que ha perdido en las urnas. Afortunadamente, tiene muy pocas posibilidades.

LA BANCA EN LOS TIEMPOS DEL COVID

Por fin las noticias más esperadas parecen que se concretan de una forma positiva.

La aparición de distintas propuestas de nuevas vacunas contra el COVID-19 con la promesa de ser bastante eficaces – más del 90% y, con unas fechas de aplicación bastante próximas- han provocado una ola de enorme recuperación de la confianza en que este período de desastres económicos puede llegar a su fin.

De momento las Bolsas mundiales se han disparado, algunas con subidas cercanas al 30%, quizás de una forma demasiado optimista, pero con una base lógica en su perspectiva de futuro.

Parece que en los sectores financieros europeos más activos , como la banca y las inversiones financieras e inmobiliarias, fondos de inversión etc… han resistido a la crisis- con pérdidas- pero no una voladura del sector, como se temía al principio de esta crisis  sanitaria y social.

En Europa los vectores de calificación de solvencia constatan este hecho. Si contemplamos el índice STOXX EUROPE 600 BANKS que incluyen a las entidades de crédito, tanto en el Reino Unido como a los demás países europeos más importantes tienen un índice de subida de 6% en el último mes. Los bancos resisten, sobre todo por sus grandes reservas de capital, que sostienen tanto la caída de los tipos de interés y del aumento de la morosidad.

En esta ocasión la respuesta a una crisis de tal envergadura ha sido muy distinta a las anteriores. Europa ha reaccionado desde un primer momento para salvar a su tejido social, de una forma rápida y solidaria. Esto ha permitido que se genere un clima de confianza en la economía y se haya evitado un desastre de dimensiones incalculables.

En España, afortunadamente el Gobierno actuó desde el primer momento con decisión apoyando a los sectores más vulnerables, con medidas de urgencia que han permitido crear un red de supervivencia a trabajadores y empresas – caso de los ERTES, préstamos a empresas, etc..

Otras medidas muy importantes han sido la aplicación de moratorias a los pagos inmediatos, aplazamientos de deudas a toda la población.

Esto ha permitido crear un clima de confianza en la economía – en medio de este desastre –   que ha permitido sobrevivir a la maltrecha banca española, que preveen limitar la escalada de morosidad ante la perspectiva de mejoras económicas y disminuir el ritmo de provisiones para cubrir el deterioro de las carteras, aunque lógicamente se mantiene la cautela.

La morosidad del sistema está contenida por debajo del 5%, aunque se prevé un aumento considerable cuando venzan las moratorias de pagos de las hipotecas. El Banco de España si fijaba la tasa de impago en torno al 9%, casi el doble del índice actual sin las moratorias, con un volumen de activos dudosos superiores a 100000 millones en caso extremo de impagado.

En definitiva, un gobierno de corte muy progresista ha demostrado que se puede hacer a la vez , una política de corte muy social, procurando no dejar a nadie en la estacada y la miseria sin dejar de proteger al sistema productivo y financiero creando un red de apoyo al Estado, a todos los sectores sociales generando un clima de confianza y seguridad en la Economía y los mercados.

Aunque falte todavía muchísimo para salir de esta crisis creemos que es una gran suerte tener al frente de el país un gobierno muy distinto al anterior, con una concepción más social y justa de sus prioridades.

LIBERTAD DE CONTAGIO

En estos días de otoño asistimos con preocupación y asombro a algaradas en algunas ciudades españolas protagonizadas por grupos violentos, que protestan por el nuevo Estado de Alarma decretado por el gobierno y aprobado por amplia mayoría en el Congreso de los Diputados. También por las medidas adoptadas en las CCAAs acogiéndose a dicho Estado de Alarma. Son grupos muy minoritarios –La mayoría de la población española observa las normas con gran civismo- pero cuya protesta, lejos de ser pacífica, ha degenerado con frecuencia en agresiones a la policía, saqueos, incendios y destrozo de mobiliario urbano.
Los antecedentes de esta actitud hay que buscarlos en las protestas y manifestaciones producidas durante el primer Estado de Alarma de la pasada primavera en el selecto barrio de Salamanca de Madrid, que fueron inspiradas por Vox y alentadas “in situ” por algunos de sus diputados y diputadas. Entonces acusaban al gobierno de la nación de atentar contra la libertad de los españoles y de “Dictadura Constitucional”. Ahora, esta misma fuerza política habla de gobierno ilegítimo y medidas anticonstitucionales. Todo ello a pesar de que el Estado de Alarma está extraído de la propia Constitución y aprobado por el Parlamento español.
En consecuencia, debemos preguntarnos: ¿Qué quieren estos hombres y mujeres, casi siempre jóvenes que protestan airadamente? No son de fácil clasificación, han aparecido pancartas con peticiones del tipo siguiente: “Mas bares y menos políticos”; y en otros lugares: ¡Gora Eta!. Hay fotos de muchachas tirando piedras a la policía con una mano y el cubata en la otra. Pero sobre todo piden LIBERTAD. Así, con mayúsculas y sin limitaciones. Y, éste es el problema porque, en estos momentos, no es posible. Quieren libertad para moverse, para viajar, para reunirse, para ligar y amar sin acotaciones horarias, para beber, para entrar y para salir y para celebrar fiestas hasta el amanecer y más allá.
Son generaciones nacidas en democracia y nada acostumbradas a que le recorten derechos que creen adquiridos para siempre. ¿Ignoran, acaso, que en este choque de derechos debe prevalecer el de la salud?
Ocurre, sin embargo, que no podemos seguir viviendo como si no existiera una pandemia que azota el planeta y que, en España se ha mostrado especialmente virulenta, que no ha sido vencida y para la cual, todavía, no hay tratamiento específico ni vacuna. No podemos ni debemos cerrar los ojos ante los miles de contagios diarios y la situación hospitalaria de nuestro país y mucho menos ante el número de fallecidos que no hace sino ascender.
Los derechos que nuestra Constitución consagra no incluyen el “derecho” a atentar contra la salud y la vida de otras personas, no incluyen el “Derecho a Contagiar”
Habrá pues, que hacer pedagogía. En una situación crítica, como la que estamos viviendo, el Gobierno y también los de las CCAAs están obligados a ser transparentes y a explicar con detalle a la población las medidas que se vayan tomando a fin de que todos podamos digerirlas y aceptarlas.
No saldremos vivos de esta sin que se imponga la cordura, el buen juicio científico y el acuerdo político.
Actitudes como las de Vox tratando de deslegitimar al Gobierno, tachando las medidas adoptadas de anticonstitucionales y animando a estos rebeldes sin causa a salir a la calle contra ellas, no ayudan precisamente a vencer esta pandemia. Frente a actitudes extremosas, ha de prevalecer el derecho universal de la salud para todas las personas, lo que implica cordura, racionalidad y sensatez.

POR UN PROGRESO INTEGRAL, INCLUSIVO;LOCAL Y GLOBAL

En el contexto actual, empecemos por un no rotundo a las tendencias destructivas que puedan derivar en un caos y en sus consecuencias negativas para el conjunto de la sociedad. Nos interesa un progreso inclusivo y corresponsable.


Promover el progreso integral de la cultura y la economía, defender los derechos humanos de toda persona y pueblo, y colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra, es lo que firmamos en el “Preámbulo” de la Constitución Española, de 6 de diciembre de 1978, que muy pronto va a cumplir los 42 años. Lo lógico sería, pues, ir avanzando –sin retrocesos- hacia un progreso integral, inclusivo, local y global.

En consecuencia, defendemos la dignidad humana, la libertad, la igualdad, la solidaridad, el pluralismo político de la ciudadanía, y la justicia; es decir, el sentido socialdemócrata comprometido en la transformación de la realidad.


Sin duda alguna el sistema democrático puede mejorarse y debe profundizarse de forma continua. Hoy en día, desde Europa, pero siempre abiertos al conjunto del Mundo -nuestra Casa Común- necesitamos no de confrontaciones y guerras abiertas o solapadas, sino de mucho diálogo y consenso, mirando siempre el bien de toda la Humanidad


¿Qué pedimos a los poderes públicos y a las fuerzas que operan activamente en estos momentos históricos? Pedimos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad de las personas y grupos -en las que el ser humano se integra- sean reales y efectivas. Pedimos, además, que se facilite la participación de la ciudadanía y de toda persona en la vida cultural, social, política y económica, reformando lo que sea necesario, y removiendo los obstáculos que impidan o dificulten dicha plenitud democrática (lo que ya se decía también en el art. 9, 2 de la C.E. de 1978 ).


A estas alturas, dada nuestra mayoría de edad, desde una opción socialdemócrata, no cabe sino ser pro convivencia y bienestar democráticos, en todos los ámbitos y niveles de la vida humana, social, económica, política, cultural; local y global.


La conciencia clara de que toda la riqueza en sus distintas formas, sea cual fuere la titularidad, debe estar subordinada al interés general, es decir, al Bien Común, también está recogida en el art. 128, 1 de la mencionada constitución española.

En coherencia con lo antedicho, el Estado podrá planificar la actividad económica general para atender a las necesidades colectivas, equilibrar y armonizar el desarrollo regional y sectorial y estimular el crecimiento de la renta y de la riqueza y su justa distribución (art. 131,1 –que parece inspirado incluso en la Doctrina Social de aquella época-).

¿Qué corresponde, pues, a los gobiernos? Elaborar anualmente los presupuestos…, y presentarlos a debate al poder legislativo –las Cortes Generales-, para su examen, enmiendas y aprobación.

Vamos a dejarnos de circunloquios, enfrentamientos rancios y violentos, y búsquese el consenso necesario para seguir avanzando por el camino del desarrollo integral solidario.