En las culturas de la antigüedad de tradición oral, aquellas que aún no habían descubierto la escritura, los ancianos junto con los aedas, eran los encargados de transmitir los conocimientos, constituían la memoria de la tribu, eran la biblioteca y los libros del pueblo y depositarios de su historia. Se consideraban útiles y eran respetados. Dicho sentir se mantiene en gran parte de le Edad Antigua y, así, la Gerusía en Esparta está compuesta por hombres de más de 60 años, la Boulé ateniense por miembros, como mínimo de 30 años en la práctica mucho más mayores y, sobre todo, el Senado Romano de época republicana. “Senatus” etimológicamente significa asamblea de los ancianos.
Mucho ha llovido desde entonces y mucho ha cambiado la consideración, el respeto y la percepción que la sociedad actual tiene de los ancianos y ancianas en la actualidad. Salvo algunas excepciones y sectores de la sociedad como puede ser el pueblo gitano, donde la ancianidad conserva aun su antiguo prestigio, se consideran hoy poco útiles, de escaso valor, casi un estorbo. Esta consideración un tanto despectiva, se ha revelado con una crudeza mortal a lo largo de la pandemia que venimos sufriendo. En efecto, casi el 70% de los fallecidos hasta ahora, se han producido en residencias de ancianos donde los contagios se han extendido sin freno y donde la prevención y los controles, con honrosas excepciones, han brillado por su ausencia. ¿Cómo se explica una mortalidad tan elevada? Las competencias sobre personas mayores y sus residencias están transferidas con carácter exclusivo en las CCAAs y estas han dejado su administración y gestión en manos de sociedades de capital riesgo, cuyo negocio factura en España 4.500 millones de euros y ven a los ancianos y ancianas como objetos que dan beneficios y “futuros cadáveres” Millás dixit. Puesto que, para estas sociedades de inversión, sólo importa la rentabilidad del negocio y hay más solicitudes que plazas disponibles para entrar en estos morideros donde “aparcamos” a nuestros ancianos, y donde no importa que estos mueran, otros vendrán a sustituirlos. Algunas familias, singularmente en Madrid, donde la mortandad en estos centros ha sido terrible, han tenido la decencia de sacarlos de allí.
¿Y las administraciones? Especialmente las autonómicas que tienen las competencias y han privatizado todas esas residencias.Pues… Se han lamentado y adornado sus banderas autónomas conlazos negros. En algunos casos ellas y ellos se han vestido también de negro. Ya lo dijo Rubalcaba: “En España se entierra muy bien.”
La magnitud de lo ocurrido en estas residencias y el elevado número de fallecidos ha propiciado que, se hayan movilizado familiares que han perdido a sus seres queridos, asociaciones, particulares y la propia Fiscalía General que tiene más de cien investigaciones en marcha para depurar responsabilidades, negligencias y delitos que han hecho posible este desastre.
Hay que evaluar desde el punto de vista de asistencia médica ,higiénico, de distribución habitacional interna, legal, económico, de alimentación y de relación con las familias el funcionamiento interno de estos centros y su relación con el sistema sanitario
general. Es necesario saber en qué condiciones se cuida a nuestros mayores y poner todos los medios para que, una situación como la pasada no se repita.
Las plataformas de pensionistas que han salido a la calle en toda España para defender unas pensiones dignas, deberá organizarse para defender también unas dignas condiciones de vida para los hospedados en estos centros que pagan bien caro su estancia en ellos.
El gobierno de España, ha mostrado sensibilidad con la pobreza infantil, los más vulnerables, los hombres y mujeres duramente afectados por esta pandemia, debe también ocuparse de las personas mayores que viven en estos centros. Parece que ha llegado la hora de crear una Secretaria de Estado de la Ancianidad, de las Personas Mayores, o como quiera que se la denomine, que se encargue y se preocupe de resolver la injusta y letal situación que afecta a este colectivo. Es posible que así, las CCAAs asuman sus responsabilidades y competencias en la materia, creando estructuras autonómicas paralelas, propiciando en consecuencia una vida mejor para todos.
Archivo por meses: mayo 2020
RAZÓN PRÁCTICA Y POLÍTICA
La Razón Práctica, aunque pueda remitirnos a Kant, orienta sobre todo, en el contexto que vivimos, hacia una conciencia humana – personal, comunitaria e institucional – que pueda llevar al compromiso y la praxis del bien hacer en la vida, mirando el interés general o lo que de forma más clásica se consideraba el Bien Común en la Ética. En ese sentido, la razón práctica vendría a ser la condición indispensable para la Política al servicio del conjunto de la sociedad.
En estos momentos, no proceden caricaturas del Este y del Oeste, ni desprecios del Norte hacia el Sur o entre ricos y pobres, como tampoco es oportuno fomentar las confrontaciones partidistas en el seno de un Estado Social y Democrático de Derecho.
En el caso concreto de España, están de más ahora contraposiciones entre opciones o tendencias centrífugas (que huyen del centro) y opciones centrípetas (que tienden a centralizar). Lo mismo podría decirse que no vienen a cuento ni tendencias “criso-patriotas” (amantes sobre todo del dinero) ni tendencias partidistas o “partido-cráticas” (amantes sobre todo del poder por el poder). Lo urgente es ver cómo subsanar deficiencias en un sistema sanitario que, de un tiempo a esta parte, se fue recortando y privatizando por planteamientos estrictamente economicistas y que ahora nos está demandando no sólo un reconocimiento de las personas profesionales entregadas, que han arriesgado y hasta entregado su vida ante una pandemia, identificada como fruto del coronavirus 19, sino que también demanda un nuevo proyecto de consolidación presente y en vistas al futuro, como servicio público indispensable y universal para toda persona y toda comunidad.
No es el momento de choques de trenes, cuando los trenes están bajo mínimos o no funcionan todavía. Más bien es
momento de aunar esfuerzos, de reparar tendencias negativas, de regenerar la política desde la Ética, de pensar en nuevas potencialidades, de considerar la exigencia de la Educación como pilar básico del Estado de Bienestar. Es tiempo de consensuar fórmulas en pro del Espíritu Emprendedor y del Mundo del Trabajo, capaz de conciliar el quehacer laboral con los cometidos familiares. Es tiempo para revisar el afán de lucro en el alquiler y compra-ventas de vivienda, con el fin de que no haya familias sin un hábitat propio de la dignidad de las personas… Es tiempo, de replantear nuestras relaciones con la Casa Común que es nuestra Madre Tierra… Es tiempo de menos “electricidad” y más “energía solar”. Es momento, en definitiva, de mirar aspectos positivos que pueden derivarse de una situación en la que el respeto a los demás, la solidaridad, la Justicia y el Bien Común reclaman su presencia efectiva.
El reto es grande. Hay que ser austeros no en recortar Salud, Educación o Servicios Sociales, sino en Parlamento y Senado (como Poder Legislativo), en número de Ministros y Ministras (como Poder Ejecutivo)… y, sin embargo, garantizada la profesionalidad y la independencia del Poder Judicial, habría que ver si, al igual que Salud y Educación, necesita de más medios y de un sistema más fuerte, que pueda garantizar el equilibrio de poderes.
La Razón Práctica, como el quehacer ético, invita a vencer solidariamente las circunstancias adversas y situar, así, la Política y el Estado de Derecho al servicio de todo el conjunto de la Sociedad de la que somos una parte consciente, como personas y como instituciones.
UN PACTO PARA LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA
Está más que asumido por todos los agentes sociales y económicos, que una vez superada la gravísima crisis sanitaria mundial en la que estamos todavía inmersos, nos llegará otra prueba si cabe más difícil de superar, la recuperación económica
Cuando la prioridad política para algunos partidos de la oposición es la disolución al gobierno del poder aprovechando las dificultades enormes de éste mediante un ejercicio brutal y sin cuartel, la economía sigue su curso descendiente con unos índices de deterioro nunca visto desde la Guerra Civil.
Según las previsiones del propio Gobierno, el escenario en que se desenvolverá la economía este año se acerca mucho al término “catastrófico”. La pérdida de riqueza en torno al 9,2%, el desempleo podría llegar al 19% con una visión optimista. El déficit público tendría un aumento en torno al 10,3% del PIB, unos 125000 millones de euros, con una deuda a financiar muy pesada. Esa va a ser la factura económica del Covid -19. Lógicamente cualquier previsión que podamos hacer va a estar sujeta a próximas revisiones.
España y la dependencia europea ha sido una constante para nosotros desde que accedimos a la Unión. En este caso no va a ser distinto, sino más acentuado.
Como primera medida para paliar el déficit fiscal previsto de más del 5%, ocasionado por una disminución del consumo y que ocasionará una pérdida de riqueza de más del 10%, ha sido la formalización de una solicitud o pedida de auxilio en dos líneas fundamentales:
CORONABONOS, es decir, colaboración en forma de subsidio a fondo perdido que en ningún caso genere un aumento de la deuda neta. Las primeras respuestas ante esta petición han sido bastante frías, sino manifiestamente contrarias, sobre todo por los Países del Norte con economías más saneadas, liderados por Holanda.
EMISIÓN DE MÁS DEUDA DE ESTADO. Esto permite la posibilidad de seguir emitiendo deuda en sus distintas formas, deuda subordinada, deuda perpetua…con compromiso de compra del Banco Central Europeo, que se ha convertido en la institución europea clave para evitar una crisis de deuda por el aumento de las primas de riesgo, sobre todo de países como Italia o España. La autoridad monetaria ha consumido ya más de 100.000 millones de euros de un primer programa de emergencia. Las previsiones próximas se espera que se sitúen en torno al billón de euros en compra de deudas de los Estados más necesitados.
Como filosofía genérica de este órgano, su presidenta la Sra. Lagarde ha adelantado una posición: “No aceptaremos fragmentación ni endurecimiento de las condiciones de financiación. Ajustaremos el programa cuándo y cómo sea necesario.”
Lo lógico sería que las principales fuerzas de la oposición, como está ocurriendo en casi toda Europa, llegasen a un acuerdo para de una forma unida y responsable intentasen limitar lo más posible las nefastas consecuencias de esta pandemia mundial a la población.
Hay que recordar que el actual gobierno no es en absoluto responsable de las pésimas condiciones económicas que encontró hace solo unos meses al inicio de su gestión.
En más de dos legislaturas la Deuda Pública se ha duplicado hasta límites inadmisibles, una tasa de paro altísimo, el formato de pensiones expoliado, la producción industrial en descenso continuo.
Como mínimo habría que pactar unos presupuestos del 2021 donde se sienten las bases de crecimiento del PIB, política fiscal solidaria y medidas sociales para proteger a los más afectados por esta crisis.
También nuestra posición como país en Europa se vería muy fortalecida en su lucha para conseguir fondos en condiciones favorables. Como es sabido, los Mercados son muy sensibles a la estabilidad de los países a la hora de establecer sus posiciones con respecto al riesgo/país.
España no puede ser la excepción. En Europa la unidad política es imprescindible para abordar la reconstrucción de nuestro país. Exijamos a la derecha que abandone ya, su posición tan antiespañola.
LUZ AL FINAL DEL TUNEL
Las situaciones límite, como una pandemia, revelan lo mejor y lo peor de los seres humanos. En ésta también, así hemos visto actitudes y actos deleznables por parte de acaparadores, logreros y delincuentes que, han encarecido artificialmente productos sanitarios de primera necesidad, cuando, al mismo tiempo, la generosidad, la entrega y la profesionalidad de mujeres y hombres de la salud pública – a veces, mal protegidos – salvaban y salvan vidas a diario. Gracias a ellos y ellas y a miles de trabajadores de servicios esenciales, este país ha podido mantener el pulso.
Junto a lo indicado, una actitud cívica y disciplinada de los españoles ha permitido mantener a raya a un virus para el que no hay fármacos ni vacunas.
El terror ante una pandemia letal puede llegar a extremos difícilmente imaginables. Sobre la Peste Negra de 1348 que exterminó al 80% de la población de Florencia, Giovanni Boccaccio en el Decamerón escribió:
“Tal espanto había infundido aquella enfermedad en el pecho de hombres y mujeres, que el hermano abandonaba al hermano, y el tío al sobrino, y la hermana al hermano, y a menudo la mujer al marido; y (lo que más grave es y casi increíble) los padres y las madres procuraban no atender ni visitar a sus hijos, como si no fuesen suyos”
Este es un caso extremo pero, no está mal recordar hasta dónde podemos llegar los seres humanos cuando nos vemos acorralados por el miedo, la ignorancia y la muerte.
Produce una cierta inquietud sentirnos vulnerables ante un virus, hasta ahora desconocido, para el que no tenemos armas para combatirlo. Por fortuna estamos lejos del siglo XIV y la Ciencia en general y la higiene y la medicina en particular, han avanzado notablemente, lo que nos permite un mejor pronóstico de la situación.
Aunque el precio en vidas sea irreparable, los recursos dedicados a la pandemia cuantiosos y la crisis económica que se avecina importante, la situación mejora de día en día y parece que lo peor ha quedado atrás. Ya podemos decir que atisbamos la luz al final del túnel.
No es sólo que, gracias a las medidas adoptadas, estén bajando notablemente el número de nuevos casos y el de fallecimientos sino que, el control –todavía parcial- de la epidemia, ha permitido las primeras medidas de alivio y ha sido un acierto que se haya empezado por los más pequeños. En efecto, el domingo 26 de abril, por primera vez desde que se decretó el Estado de Alarma, millones de niños y niñas españoles han podido salir a las calles y parques de este país. Aunque el confinamiento continúe no puede haber un rayo de esperanza más hermoso que los juegos y las risas felices de los niños. Su seguridad, su bienestar y su futuro merecen todos los sacrificios.
Pero no son las únicas buenas noticias; El próximo 2 de mayo los adultos, incluidas las personas mayores, -si la tendencia favorable se consolida- podremos salir a hacer deporte o a pasear. Era ya una necesidad imperiosa tanto para los jóvenes que necesitan ejercicio físico, como para los mayores que corren el riesgo de anquilosarse en esta inmovilidad forzosa.
Por último hay ya a la vista un calendario de desescalada o vuelta a una cierta normalidad, que se llevará a cabo durante el mes de mayo y quizás junio. No sabemos con exactitud cómo será esta “nueva normalidad” a la que estamos abocados pero parece que, si se cumplen los requisitos de la OMS, los epidemiólogos y expertos sanitarios lo autorizan y con todas las cautelas y la prudencia requerida, los sectores productivos se irán incorporando a sus actividades, la vida recobrará su ritmo y los españoles podremos disfrutar del verano de nuestro país.
Sobran pues, agoreros interesados y extremistas malintencionados. No será necesario que se hunda España para que el vetusto neoliberalismo capitalista venga a salvarla.
Tenemos un gobierno que, con sus errores, parece capacitado para sacarnos de esta lamentable situación, sólo es necesario que, con nuestra actitud cívica, ayudemos positivamente a reconstruir una mejor convivencia con sentido social.