UN MUNDO CADA VEZ MÁS INSEGURO
Después del gran cataclismo de la II Guerra Mundial, una vez que las potencias vencedoras de la misma, USA, Unión Soviética, Reino Unido y Francia, se habían repartido las áreas de influencia y habían desmembrado la Alemania nazi, que se dividió en dos naciones, a partir de 1945 se instauró un nuevo orden mundial. Con la creación de la Organización de las Naciones Unidas, a la que pertenecían prácticamente todas las naciones del mundo, se estableció como objetivo fundamental la exigencia de dirimir, en el seno de su Asamblea General, las diferencias y los conflictos entre naciones de manera que nunca más se recurriera a la guerra para solventar problemas entre países. Inmediatamente se crearon dos bloques: El llamado mundo Occidental con USA al frente y la OTAN como su organización militar; y el mundo comunista comandado por la URSS, también con el Pacto de Varsovia como punta de lanza militarizada.
La característica fundamental de la colisión entre estas dos superpotencias enfrentadas a lo largo de gran parte del siglo XX, era su capacidad nuclear, la posibilidad que tenían de destruir el planeta Tierra con sus misiles atómicos. Ello propició lo que en aquellos años se llamó “El equilibrio de terror” y tal vez, impidió lo que hubiera sido una destrucción inimaginable.
Después se firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y en 1987 Gorbachov, por la URSS, y Reagan por USA, firmaron la eliminación de misiles de rango medio con un alcance entre 500 y 5.500 Km de distancia. Es este último acuerdo el que acaba de denunciar Trump apeándose unilateralmente del mismo y haciendo el mundo objetivamente más inseguro porque, la anulación del Tratado, puede estimular una nueva carrera armamentística que no sabemos dónde nos puede conducir. Este mandatario norteamericano que ya ha enrarecido el ambiente con sus medidas proteccionistas y su carácter zafio e imprevisible, al frente del, todavía, país más poderoso del globo, parece que está por desequilibrar los delicados mecanismos que mantienen el funcionamiento planetario.
Así, antes había roto los acuerdos nucleares con Irán pretextando unos incumplimientos inexistentes de este país. Previamente se marchó de los acuerdos de Paris contra el cambio climático, haciendo con su actuación un mundo literalmente más sucio y objetivamente más peligroso.
Xi Jinping ha modificado la Constitución de su país, en un sistema de partido único ya de por sí muy restrictivo, para poder ser elegido indefinidamente, convirtiéndose así en una especie de Presidente vitalicio a la altura de Mao. Su política de penetración económica-comercial en Asia, Europa, Latino-América y África es sumamente agresiva y va encaminada a disputar la hegemonía USA, respondiendo así a la agresividad de Trump en control de mercancías y aranceles. Esta “Guerra arancelaria” ya está afectando al comercio mundial y Europa es una de las damnificadas.
Putin que cuenta con un país rico e inmenso, no se resigna a ser una nación media e intenta reeditar un híbrido entre el Imperio zarista y la superpotencia encarnada en la URSS, practicando una política militarmente agresiva y tratando por todos los medios de debilitar a USA –Injerencia en las elecciones¬- y a Europa –Alianza con los elementos más reaccionarios y antieuropeos como Le Pen, Wilder, Orban, etc.- Su problema es que es un gigante con los pies de barro, porque a pesar de su extensión, su población y el arma nuclear, tiene un PIB similar al de Italia y, en estas condiciones es difícil tratar de tú a tú a USA, Europa o la propia China.
La última mala noticia para el mundo ha sido la elección de Bolsonaro en Brasil, un país de una enorme extensión y rico en recursos, capaz de condicionar la vida de todo el continente y de influir a escala planetaria. Este antiguo paracaidista admirador de las dictaduras militares, que ha llegado a decir de la que asoló su país que su defecto fue que “Debía haber torturado menos y matado más” constituye un grave peligro público para Brasil y un elemento más de inseguridad alarmante para todo el mundo.
Por no hablar de países como Arabia Saudí que ha perfeccionado el crimen de Estado, asesinando en sus propias Delegaciones en otros países.
En Europa también avanza la extrema derecha, los ultraconservadores, el nacionalismo, la xenofobia y parecen en retroceso los liberales y los social-demócratas. Es sin embargo, en este espacio europeo, donde se dan las mejores condiciones para hacer frente a esta ola de conservadurismo, y para preservar, por medio de los Estados de Derecho, la libertad, la dignidad humana de toda persona y la justicia social, garantizando la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, así como otros derechos fundamentales que se derivan de la Declaración Universal de Derechos Humanos, de 10 de diciembre de 1948, cuyo contenido conviene recordar, actualizar, ampliar y hacer realidad en este siglo XXI.