APOSTAR POR LA DEMOCRACIA

APOSTAR POR LA DEMOCRACIA

EL día 15 de septiembre se celebró el Día Internacional de la Democracia, en unos momentos en los que se ha reconocido – incluso por el Secretario General de Naciones Unidas- que la democracia se ve ahora sometida a más presión que en ningún momento desde hace décadas. Por eso precisamente conviene con urgencia hacer frente a los desafíos con los que se enfrentan los distintos pueblos y sociedades de la Comunidad Humana Global.
Luchar contra las crecientes desigualdades, corregir tendencias de dominio económico y político de corte totalitario, defender valores superiores tales como la libertad, la justicia, la igualdad, y el pluralismo político, respetando un ordenamiento jurídico constitucional consensuado y no impuesto, es sin duda apostar por la soberanía democrática del pueblo.
Nadie tiene por qué quedarse atrás de esos valores antedichos, tampoco los emigrantes, actualmente objeto de xenofobias europeas de tendencias ultras y excluyentes. Es necesario redoblar esfuerzos de cooperación y de solidaridad internacional, pero sobre la base de la igual dignidad de todos los seres humanos.
La ONU, en algunos momentos de los años 80, se planteo avances importantes e incluso se postuló, ante la caída del muro de Berlín, su posible refundación. Hoy, es de agradecer que siga siendo referente internacional y que no la destruyan las superpotencias bélicas y económicas, a pesar de sus derechos de veto y su utilización como escenario meramente propagandístico, a veces. Ahora no cabe ser ingenuos. Es urgente afrontar desafíos globales del Este y del Oeste, del Norte y del Sur, aunando esfuerzos en defensa del sentido ultimo y primordial de la democracia, como horizonte y como punto de partida de toda convivencia civilizada, respetuosa, ética y solidaria.
Ha llegado el momento de poner en primer plano la importancia de la salud, el trabajo, el hábitat digno y la educación para toda persona o familia a lo largo de toda la vida. Abandonar por parte del pueblo su propia capacidad de gobernanza sería un error mayúsculo.
Como nos recordó, una vez más, Federico Mayor Zaragoza –desde su experiencia en la UNESCO-, precisamente el 15 de septiembre: «los pueblos» están siendo acosados por el «gran dominio» (militar, financiero, mediático, energético) para ser espectadores impasibles y obcecados en lugar de actores diligentes y comprometidos. Miles de personas mueren al día, la mayoría niñas y niños de 1 a 5 años de edad, al tiempo que se invierten en armas y gastos militares más de 4.000 millones de dólares… al tiempo que se deteriora la habitabilidad de la Tierra, incumpliéndose, sin posibilidades de retorno, nuestras responsabilidades inter-generacionales… al tiempo que resurgen brotes supremacistas y xenófobos, peligrosísimos precursores de las confrontaciones más sangrientas… al tiempo que la insolidaridad se acentúa y la brecha social se agudiza…
Por todo ello, es tan importante que resuene bien alto y en todas las conciencias la necesidad apremiante de una democracia participativa que permita poner en práctica lo que establece con gran clarividencia el Preámbulo de la Constitución de la UNESCO:»La humanidad será guiada por los «principios democráticos»…
¿Cómo no suscribir estas palabras cuando constatamos lo que ocurre ahora mismo en Brasil o en Venezuela, en EEUU o en Rusia, o en Europa, Marruecos, el África Negra; o en China y en la India…?
Apostar por la Democracia es comprender que la praxis política, socialdemócrata, es objeto directo de la Filosofía Política, desde el horizonte de los Derechos Humanos, es decir, desde el ayer –tras la asegunda guerra mundial-, y desde el hoy, mirando hacia el futuro más justo y solidario de la Comunidad Humana.

¿DE PEDRO SÁNCHEZ AGOTAR LA LEGISLATURA?

¿DEBE PEDRO SÁNCHEZ AGOTAR LA LEGISLATURA?

Acabar con el mandato de Mariano Rajoy colmado de corrupción y desaciertos políticos de gran envergadura, como el caso catalán, es sin duda un gran mérito de Pedro Sánchez, al que debe atribuirse también el poner fin a las políticas egoístas y depredadoras que tanto daño han hecho a los trabajadores y clases medias de este país.
Con Pedro Sánchez en la Moncloa se ha podido empezar a respirar otro aire y se ha demostrado que, incluso con los mismos presupuestos, se puede gobernar de otra manera que favorezca las aspiraciones e intereses de los más vulnerables.
A ello, hay que unirle una mayor visibilidad y empoderamiento de las mujeres en nuestro país, sin que ello signifique que se hayan resuelto sus graves problemas de desigualdad y, singularmente, los que tienen que ver con esa lacra que no cesa y hemos dado en llamar violencia machista.
Hemos recuperado también la presencia internacional de España que habíamos perdido, ahora estamos de nuevo en las instituciones comunitarias en Europa y viajamos por América e incluso exponemos nuestras ideas en el seno de la ONU. Contamos además con un excelente Ministro de Asuntos Exteriores, que nos representa con total dignidad, con el plus añadido de explicar en el exterior, desde la perspectiva de un Estado Social y Democrático de Derecho, la cuestión lacerante del independentismo catalán.
Así pues, y a pesar de los nubarrones del contexto y las oscuridades puntuales en el seno del propio equipo de gobierno, pensamos que se ha marcado una nítida diferencia con respecto al Gobierno del PP. Naturalmente, no todo han sido aciertos. En 100 días han dimitido dos ministros, pero ahora lo hacen por plagiar en un trabajo de Master, mientras que ministros del PP están en la cárcel por robar y permitir que otros roben con la complicidad del partido. Algo ha subido el listón ético, y en ésto también hemos salido ganando.
Ahora bien, desde la frialdad del análisis político cuantitativo este Gobierno está aquejado desde su nacimiento de dos problemas esenciales: a) una exigua minoría parlamentaria de 84 diputados; y b) lo que es peor, depende de los nacionalistas e independentistas para sacar adelante sus leyes en el Parlamento. Si a esto se le une la actitud montaraz de Ciudadanos y el PP que exigen la aplicación inmediata del 155, la ilegalización de los partidos independentistas y el desfile del Ejército por el Paralelo, es posible explicarse el dilema al que se enfrenta Pedro Sánchez.
Todo ello sin olvidar la endiablada complejidad de la cuestión catalana: Unos políticos encarcelados acusados de graves delitos, otros huidos de la justicia con el expresidente de Waterloo al frente, tres partidos independentistas que mantienen importantes diferencias, organizaciones de la sociedad civil lanzadas a la movilización permanente, los CDR en un estado de agitación permanente y una población no independentista que ve a diario como se habla del “pueblo catalán” en su nombre y como se ocupan los espacios públicos que pertenecen a todos con símbolos de parte que siempre son independentistas. La persona que debe poner orden en este caos es Quim Torra que se dedica a hacer declaraciones explosivas y a regar generosamente los incendios con gasolina, es un President que fomenta y anima las algaradas de los radicales que agreden a su propia policía.
En este clima y con este President, el Gobierno de Sánchez, con una paciencia franciscana está tendiendo la mano para buscar puntos de acercamiento y diálogo. Si el independentismo viola otra vez la Constitución y se empecina en negociar sólo un supuesto derecho de autoderminación, que ninguna ley nacional ni internacional le reconoce, no habrá más remedio que volver a aplicar el artículo 155 de la Constitución. Con lo que, dado este caso, mejor antes que después se deberían convocar Elecciones Generales, poniendo un gran empeño en que sobreviva la democracia con dignidad tanto frente a vientos ultramontanos (tipo “Vox” europea ultra) y frente a populismos demagógicos como frente a la galopante desigualdad económica que “pasa” de democracia y del sistema jurídico que garantice derechos fundamentales de las personas. Caso de que en España se quiera fortalecer la democracia, la solución tal vez venga de un nuevo pacto social, con el correspondiente acuerdo con Cataluña y el resto de las CCAAs, que con toda probabilidad implicará reformar Constitución y Estatutos, sometiéndose en ello a la soberanía del pueblo y los pueblos de España. A este respecto, sería muy importante que todos los que quieren que seamos un solo país amparados por una Constitución, se pusieran de acuerdo.
Más allá de los nacionalismos, no cabe sino defender valores superiores, que nos son comunes, así como derechos humanos, instituciones democráticas y relaciones internacionales basadas en la Justicia. Ni las crisis económicas ni los movimientos populistas deben apartarnos de la defensa de la Paz, de la Justicia y de la Democracia. Por ello, pues, habrá que batirse el cobre en las próximas elecciones, ya sean autonómicas, locales o generales, y también en las europeas –del todo importantes para las relaciones internacionales en un mundo global-.

LOS RESIDUOS PLÁSTICOS

LOS RESIDUOS PLÁSTICOS

Ha sido noticia repetida con insistencia por los medios de comunicación, en los últimos tiempos, la decisión de la UE de legislar para prohibir el empleo de los plásticos, en diferentes usos cotidianos, e incrementar los controles sobre el cumplimiento de tal disposición por los países de la Unión.
Sería absurdo negar la evidencia de los problemas para la vida de los ciudadanos y el medio ambiente originados por el mal uso de los plásticos en muy diversas facetas.
De lo que se habla menos es de la enorme importancia que tales polímetros, en su enorme variedad, tienen en la sociedad actual. Se puede decir que su uso es imprescindible desde la medicina a la arquitectura, pasando por la agricultura, la industria y el comercio, en prácticamente todas las actividades del hombre actual.
Sería interesante que se profundizara más en las causas que hacen del uso de los plásticos un problema, sin duda relacionado con su degeneración en residuos y con la mala, por no decir pésima, gestión que se hace respecto del tratamiento de los residuos.
La Unión Europea ha legislado sobre los residuos y su gestión en términos exhaustivos y exigentes impulsada por los países del norte y por determinadas organizaciones que se rigen por principios próximos al fanatismo, y lo ha hecho sin tener en cuenta la diversidad de climas, de formas de vida y alimentación, de características de los suelos, en relación a la aplicación de compost, y otros muchos factores de los diferentes países que forma parte de la Unión. Tal proceder ha llevado a un cierto grado de irracionalidad en materia tan importante para el bienestar de los ciudadanos, con lo que los resultados han sido negativos.
La cantidad de residuos generados por habitante es, se quiera o no, un índice que indica el grado de desarrollo de una sociedad. A mayor desarrollo mayor generación de residuos de todo tipo y los plásticos están entre ellos. Esto no quiere decir que se deba buscar formas de producir y de consumir que generen la menor cantidad posible de residuos pero, se quiera o no, en la actualidad, las sociedades más desarrollas y ricas son las que generan más residuos por habitante.
La base fundamental del problema está en la gestión que se hace de dichos residuos. De estos se ha hecho una clasificación básica muy sencilla. Los residuos peligros son un bajo porcentaje del conjunto. Los residuos urbanos y asimilables son una gran mayoría. Los primeros se gestionan bajo el control de las Administraciones, los segundos es responsabilidad directa de la Administración Local el gestionarlos.
De acuerdo con la legislación vigente la recogida selectiva se aplica en los núcleos urbanos que se han poblado de una gran variedad de contenedores. Esta forma de recogida encarece enormemente la gestión, en apariencia se realiza así una gran labor, aunque habría que conocer con precisión como se gestionan los diferentes residuos después de la recogida selectiva, posiblemente surgirían algunas sorpresas al conocer el destino de lo recogido con tan supuesto esmero y elevado costo.
Mucho más rentable sería tratar todos los residuos urbanos y asimilables en plantas para separación y recuperación y después dirigir cada tipo de lo separado a los destinos más apropiados. El destino de los plásticos sería unos al reciclaje y otros a la valoración energética, que se tendría que hacer con las máximas garantías medioambientales. El carbono de la materia orgánica termina por oxidarse a lo largo del tiempo, con su combustión se aprovecha la energía que contiene.
Junto a la mala gestión municipal de los residuos está el comportamiento poco cívico de los ciudadanos que abandonan, con demasiada frecuencia, los residuos que generan en lugares y en formas inadecuadas. Comportamiento que sin duda debe ser sancionado.
No es solución a este grave problema amedrantar a los ciudadanos con mensajes medioambientales alarmistas ni inundarlos con normas coercitivas, son las Administraciones Publicas especialmente la Local quién debe hacer frente al problema y solucionarlo sencillamente porque es su responsabilidad.