LOS INCENDIOS FORESTALES UNA CONSTANTE HISTÓRICA
Cada año llega el verano, con él las altas temperaturas y ¿cómo no? los incendios forestales.
Cada año, también, se repiten idénticas valoraciones de las mismas organizaciones medioambientalistas y políticas. Lo hacen además como si el hecho de que ardan los montes sea inédito en este país.
Unos tratan sobre el abandono de las zonas rurales por el hombre e insinúan, como si estuviéramos en uno de esos países totalitarios a los que ellos tanto admiran y añoran, la necesidad de repoblarlos aunque fuera a la fuerza. Cuando lo cierto es que un altísimo porcentaje de los incendios están provocados por los hombres con la intención de hacer daño o por determinados intereses inconfesables. Los pueden llevar a cabo por venganza, por intereses económicos de todo tipo, aunque el más lucrativo como es la recalificación de terrenos legalmente ya está prohibido, o sencillamente porque son mentes criminales que disfrutan con ese tipo de acciones con las que, además de destruir las masas forestales -un bien inestimable de la naturaleza-, ponen en peligro vidas ajenas a veces con resultados mortales.
Algunas opiniones insidiosas, que van por un extraño camino de la nostalgia, dicen que con el dictador no había incendios. Los partidos políticos desde la oposición critican a los que gobiernan, reprochándoles falta de medios humanos y materiales, de planificación deficiente, de ineficacia. Lo cierto es que en la actualidad se disponen de más recursos de todo tipo que nunca, tanto para la prevención de lo incendios como para luchar contra el fuego.
Es cierto, también, que faltan condenas contundentes de los provocadores de incendios, por la sencilla razón de que son pocos los implicados detenidos y juzgados con pruebas suficientes contra ellos para condenarlos.
Tras lo dicho es importante recomendar la lectura de algunos trabajos que tratan sobre los incendios en este país para entender que los fuegos forestales se remontan a tiempos muy lejanos. Una obra digna de leer es: Los incendios forestales a través de la historia: Pervivencias y cambios en el uso del fuego en el noroeste peninsular, obra de Luis Guitián Rivera.
De este trabajo se recogen a continuación varias citas para dar una idea al lector de la antigüedad de los incendios forestales en nuestro país:
Ya el Fuero Juzgo del año 634, la primera recopilación legal española, hacía alusión al problema del fuego refiriéndose en dos de sus artículos a “los omes que queman monte” o “los que van carrera é fazen fuego” (Libro VII, Titulo II)
El Fuero Real de Alfonso X de 1235 recoge tales cuestiones. El Fuero de Santiago de 1252 ordenaba “que nenguen ponga fuego para quemar los montes, et a los que lo fallaren faciendo, quel echen dentro”.
En 1778 Raimundo Ibáñez se preguntaba: ¿A qué parte arrojaremos la vista en que el fuego repetido de 6 en 6 años por una reprensible é inveterada costumbre no haya llevado a un punto final de desolación.
En el siglo XVIII aparecen textos históricos sobre fuegos intencionados como protesta y venganza por la intervención de la Administración en el aprovechamiento de los montes.
Estas citas no pasan de ser referencias elementales de los fuegos forestales, pero deben dar una idea de que es una entelequia exigir a los responsables, sea cual sea su signo político, que deje de haber incendios en los montes de este país. Otra cuestión es actuar con la rapidez y los medios técnicos necesarios para que éstos sean lo menos dañinos posibles.
Lo más importante es controlar a los provocadores de los incendios bien sea por descuidos al quemar rastrojeras, matorrales o pastos, con vista a un mejor aprovechamiento de la explotación de la tierra y también por actividades lúdicas.
Son, sin duda, aquellos que lo hacen por placer, por venganza, o por hacer daño, o por intereses propios de explotaciones y beneficios inconfesables, los que deben ser perseguidos y recibir castigos ejemplares.
El patrimonio natural es la base primera y principal de todo nuestro patrimonio histórico.
Naturaleza, persona y comunidad en armonía es la base de una sana convivencia