EL EMBROLLO ENERGÉTICO II

EL EMBROLLO ENERGÉTICO II

En algunos países europeos, entre los que se encuentra España, se ha optado por marginar de forma definitiva la energía eléctrica de origen nuclear. Hay opiniones diversas sobre la decisión incluso en el terreno estrictamente técnico, unas a favor y otras en contra, pero lo cierto es que la medida se ha tomado por los responsables competentes y de acuerdo con ella se debe proceder.
Según datos de la Secretaria de Estado de Energía, en la actualidad hay en el mundo 432 centrales nucleares en funcionamiento, repartidas por treinta países, y 62 en construcción. En España están en funcionamiento 8 y de acuerdo con el plan de moratoria nuclear decidido por el gobierno en 1984, se paralizaron las obras de construcción de otras tres. Fue la respuesta gubernamental a la presión social de algunas organizaciones sociales y al atentado de ETA en
una de ellas en 1978:
La central de Lemoniz (Vizcaya), comenzaron las obras en 1972 y se paralizaron definitivamente en 1984.
La central de Santillana (Cantabria), comenzaron las obras que se limitaron a unas zanjas de sondeo en 1973 y se paralizaron definitivamente en 1984.
La central de Valdecaballeros (Badajoz), comenzaron las obras en 1975 y se paralizaron definitivamente en 1984.
El cierre de estas tres centrales en construcción, y el proyecto de Trillo II, costó a los españoles, en concepto de indemnización, una cantidad en torno a los 6.000 ó 9.000 millones de euros, según diferentes fuentes, que se pagaron a lo largo de veinte años en el recibo de la luz.
Lo cierto es que en los países europeos que han optado por dejar la energía nuclear los accidentes de Chernobil en 1986 y el de Fukushima en el 2011, han acentuado el rechazo de esta tecnología para generar energía eléctrica en algunos sectores
sociales de esos países y también del nuestro.
El problema se presenta con las centrales que ahora están en funcionamiento, pues antes o después llegarán al final de su vida útil y habrá que buscarles un tratamiento técnica y legalmente aceptable para controlar sin riesgos los elementos procedentes de su desmontaje y demolición que estén contaminados y tengan carácter radiactivo de diferentes grados de actividad.
ENRESA (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos S.A.) elaboró por encargo del gobierno un plan general de residuos radiactivos aprobado en junio de 2006. En el mismo se recoge la construcción de un almacén temporal de combustibles gastados y residuos radiactivos de alta actividad. Una instalación imprescindible en la actualidad para los combustibles agotados que se almacenan en las centrales y en el futuro, cuando se vayan desmontando los centrales hoy activas, para almacenar los residuos radioactivos de alta intensidad.
Un ayuntamiento de Cuenca, Villar de Cañas, concedió la licencia municipal pertinente para construir en su municipio el imprescindible almacén. Un hecho sorprendente, pues los munícipes, arrastrados por determinadas asociaciones sociales, se resisten en dar licencias para actividades industriales; como si los ciudadanos pudieran vivir de la holganza; más aun si se relacionan con residuos y si éstos son peligrosos o radiactivos es una empresa imposible.
Las obras iniciadas del almacén se han suspendido y lo más probable es que no tengan un buen fin, a causa de protestas y acciones legales, de la más diversa índole y motivación.
La cuestión es saber qué harán los responsables ante una situación tan pintoresca como la comentada. No se quiere la energía nuclear, la centrales se tendrán que cerrar y demoler pero tampoco aceptan, los contrarios, habilitar las instalaciones adecuadas para llevar a termino tan ansiado desmantelamiento.
El embrollo parece no tener fin.

¿QUE SEGURIDAD? HACIA UN NUEVO PACTO SOCIAL

¿QUÉ SEGURIDAD? HACIA UN NUEVO PACTO SOCIAL
Por José Mora Galiana

Una nueva idea de seguridad es lo que nos propone, en el momento actual, el profesor y maestro Federico Mayor Zaragoza: seguridad alimentaria, acceso al agua potable, seguridad sanitaria, ecológica y educativa.
Sin embargo, no es eso lo que estamos promoviendo. Estamos promoviendo, de hecho, otras realidades que son una gran carga para la historia:

a) ¡Irreversible deterioro ambiental!, ¡muertos de hambre y pobreza extrema!, ¡incendios y otras catástrofes!, ¡emigrantes!… Pero esos son los objetivos que ahora, por un acuerdo unánime a escala mundial, conscientes todos de que se trata de una responsabilidad generacional histórica, deberían abordarse de forma impostergable.
b) La inercia de los poderes hegemónicos tradicionales y de los obcecados supremacistas y minimalistas sigue propiciando el incremento de gastos en defensa territorial, olvidando la seguridad de los seres humanos que viven en estos territorios.

Esto es lo que nos indica y ve Mayor Zaragoza:
«Miles de seres humanos al día, no me canso de repetirlo, muertos de hambre al tiempo que se invierten en armas y gastos militares más de 4.000 millones de dólares. Es un dislate intolerable que debe ser corregido sin mayor demora. Ya lo advirtió el Presidente Eisenhower: «El mayor poder en los Estados Unidos corresponde al complejo bélico-industrial». Ahora mismo, el neoliberalismo ultra habiendo marginado a las Naciones Unidas sustituyéndolas por grupos plutocráticos (G7, G8, G20), el insólito Presidente Trump ha anunciado que va a incumplir los Acuerdos de París sobre Cambio Climáticos y los Objetivos sobre Desarrollo Sostenible. Y todos los demás países -¡casi doscientos!- en lugar de oponerse radicalmente a una actitud que puede, si no se enmienda rápidamente, afectar a la humanidad en su conjunto, se apresuran a obedecer los designios del Presidente para aumentar los gastos de defensa, omitiendo las acciones inmediatas que reclaman tantos humanos abandonados y la propia habitabilidad de la Tierra.»
¿Qué hacemos desde Europa, una Europa débil y cuarteada. ¿Qué hacemos desde España, donde da la impresión de que andamos echándonos los trastos a la cabeza?
Con voz apremiante, dice Mayor Zaragoza, el 7 de agosto de este año, en Público:
«La Unión Europea, en lugar de haber señalado con firmeza unas «líneas rojas» bien establecidas y argumentadas, se ha precipitado a aumentar las inversiones en defensa, reservando para la otrora importante ayuda al desarrollo unas migajas vergonzantes. ¿Cuánto costarán al final los cuatro «re-tocados» e «imprescindibles» submarinos españoles? ¿Cuánto se invertía y cuánto se invierte ahora en ayudar a tantos países en los que sus nativos no deban verse compelidos a emigrar por carecer de los mínimos recursos de subsistencia? Cuando, por fin, el gobierno decide atender a los emigrantes como se merecen y abordar con políticas conjuntas la cooperación internacional, pensando en la gente y no en el dinero, ayudando en lugar de explotar, tanto en España como en la Unión Europea los peligrosísimos xenófobos y racistas -¡miles de millones para las armas… y unas limosnas para el auxilio a emigrantes y refugiados!- superan a los que se sienten reconfortados.»
¿Qué hacer?
Qué menos que levantar la voz y pedir un cambio de rumbo, desde Naciones Unidas que no puede ser un mero florero. Levantar la voz de todos nosotros «los pueblos» del mundo entero de la Comunidad Humana.
¿Por qué?
Porque confiamos en que, de verdad, Los Pueblos tienen voz y pueden y deben expresarse, aunque el gran dominio (militar, financiero, mediático, energético, neoconservador, neoliberal o totalitario, del Este y del Oeste, del Norte y del Sur) intente silenciarlos aquí o en Pekin…
Concluyamos de acuerdo con un maestro de Naciones Unidas, que desearía un Gobierno Mundial Democrático, sin vetos, en pro de la Comunidad Humana:
«Hasta hace pocas décadas, «Nosotros, los pueblos», como tan lúcidamente se inicia la Carta de las Naciones Unidas, no podíamos expresarnos. Ahora, por primera vez en la historia, ya podemos. Ya somos mujer y hombre. Y ya somos conscientes de que «mañana puede ser tarde» y de que el deterioro de la calidad de vida no tiene marcha atrás. Ahora ya podemos expresarnos y elevar la voz. Y sustituir la fuerza por la palabra. Y ser millones y millones los que, un día señalado, escriban en su móviles «NO»… a las políticas actuales, a seguir adquiriendo productos a quienes profundizan la brecha social y económica. A los grupos oligárquicos que pretenden retener en sus manos las riendas del destino común… Y decir «SÍ» a un Sistema de Naciones Unidas dotado de los recursos personales, financieros, técnicos y de defensa necesarios para el pleno ejercicio del multilateralismo democrático… Y decir «SÍ» a la eliminación completa de las armas nucleares… y a los comportamientos cotidianos solidarios.
En 1945, la mención de «Nosotros, los pueblos», era prematura. Ahora ya es factible.»

Conviene cuanto antes que la voz de los pueblos y las decisiones efectivas de la praxis política reconduzcan las torcidas y peligrosas tendencias actuales que no hacen sino deteriorar la convivencia y la propia Casa Común.
Seguridad alimentaria, acceso al agua potable, seguridad sanitaria, ecológica y educativa, son las prioridades básicas para un Nuevo Pacto por el Bienestar, el Diálogo Intercultural, la Federación de Estados Libres y la Dignidad de todo Persona y Comunidad Humana.
José Mora Galiana

EL EMBROLLO ENERGÉTICO I

EL EMBROLLO ENERGÉTICO I

Los ciudadanos estamos sometidos desde hace tiempo a un continuo bombardeo sobre el consumo energético y los problemas que lo rodean.
La imposición de las energías renovables, la contaminación de los motores diesel -aunque los últimos modelos están al mismo nivel que los de gasolina-; el cierre de las centrales nucleares, la eliminación del carbón como combustible…, y así un día y otro la matraca no cesa.
Los mensajes parten tanto de los responsables políticos como de organizaciones privadas poco fiables.
Lo que ninguno hace, sin embargo, es una valoración de la realidad energética del país con datos concretos y fáciles de entender por los ciudadanos, y cómo se debe de enfocar el futuro desde la perspectiva de recurrir solo a las energías llamadas renovables para atender a las necesidades del país.
El consumo de energía primaria en España
durante 2016, según los datos disponibles del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital fue de 123.484.000 tep; el 38´5 por ciento de esta energía fue eléctrica (el tep es el equivalente energético de una tonelada de petróleo y tiene el valor de 11.630 kilovatios-hora).
La cantidad de energía primaria tras transformaciones y pérdidas quedó reducida a 85.874.000 tep.
Se puede decir que la demanda de energía primaria de nuestro país fue en 2016 de 1.337.129.920.000 kilovatios-hora.
De esta tremenda cantidad de energía primaria, tiene su origen en fuentes renovables 12.134.740.000 kilovatios-hora, es decir no son energías primarias renovables 1.314.994.158.000 Kilovatios-hora.
Es digna de alabar la idea de consumir solo energía procedente de fuentes renovables, se entiende que toda esta energía sería eléctrica. Nadie con sentido común puede estar en contra de la idea de que desde los medios de transporte hasta el consumo doméstico, pasando por toda la industria e incluso por el alumbrado público de las ciudades solo fuera de electricidad procedente de fuentes de energía renovable.
El problema está en conseguir generar ese billón trescientos catorce mil millones novecientos noventa y cuatro millones ciento cincuenta y ocho mil Kilovatios-hora de energía primaria procedente de fuentes no renovables y que los necesita el país. Cantidad que sin duda, y de acuerdo con el crecimiento del PIB, irá en aumento con el paso de los años. Y no se trata solo de la producción, se tendría que resolver, también, la habilitación de las líneas de alta y media tensión necesarias para hacer llegar la energía, desde los centros de generación, hasta los de consumo y dentro de los mismos las de distribución.
Los datos mencionados están publicados en un extenso estudio del Ministerio, pero difícilmente llegan hasta el ciudadano con la claridad necesaria para que estén informados al respecto de cuestión tan importante.
Por las razones expuestas los portavoces que tratan sobre la materia y hacen llegar a los ciudadanos sus mensajes, no siempre ciertos y siempre alarmantes, tienen la obligación ética de dar datos concretos.
Al hablar de las energías renovables como la única fuente viable y exigir su inmediata aplicación, se tendría que explicar cómo hacerlo, en cuánto tiempo y los recursos que serían necesarios para lograr tal objetivo.