LA INEFICACIA DE LA ADMINISTRACIÓN LOCAL
Colegios profesionales y asociaciones empresariales han dado un ultimátum al Ayuntamiento de Sevilla, con relación al desastroso funcionamiento de la Gerencia Municipal de Urbanismo y a las carencias del Plan General de Ordenación Urbana.
Al margen de lo aceptable o no de la actitud amenazante de profesionales y empresarios es evidente, como desde este blog se ha tratado en otras ocasiones, que la Administración Local, en general, y en concreto la de Sevilla deja mucho, demasiado, que desear.
Es indudable que no son los responsables políticos los que materializan la gestión directa de las funciones del municipio, pero sí son responsables de que los servidores públicos municipales, muy bien pagados en relación a los funcionarios de otras Administraciones Públicas, se comporten como si los ciudadanos fueran los que debieran de servirles a ellos.
Los gestores municipales son con frecuencia tan impresentables que si se valoran con seriedad algunas actuaciones, los resultados reales serían claramente vergonzosos.
Un ciudadano fanático de la legalidad que tenga previsto hacer una obra menor para renovar el cuarto de baño, y pida la preceptiva licencia municipal para hacer una obra menor se puede enfrentar a años de espera. A nadie le debe extrañar que la mayoría de este tipo de obras se haga sin licencia y, en caso de solicitarla, la obra se termine antes de que llegue la correspondiente autorización, que suele demorarse más de lo debido.
De hecho, hay demasiados industriales, pequeños empresarios, que llevan años esperando la licencia de su actividad y pasan días enteros en las instalaciones municipales para intentar que los trámites burocráticos culminen, aportando continuamente nueva documentación requerida por el leguleyo de turno. Los servidores públicos según Larra están instalados en el Ayuntamiento de Sevilla.
Con frecuencia da la impresión que los funcionarios tienen acocotados y dominados a los responsables políticos por la prepotencia con que tratan a los ciudadanos. Olvidan que deben aplicar las normas vigentes en vez de interpretarlas según su criterio, por lo general obstruccionista, para atender las peticiones de los ciudadanos
En la actualidad el atasco de todo tipo de licencias, para obras de cualquier entidad y actividades industriales, debería ser prácticamente inasumible por una corporación medianamente responsable.
Parte de la economía de la ciudad está secuestrada por la incompetencia de los órganos gestores del ayuntamiento.
Si un funcionario se convierte en una especie de tapón en los trámites de la Administración Local con una actitud de prepotencia, paralizando expedientes, imponiendo en la gestión la interpretación personal de las normas desde posiciones contrarias al solicitante; si echa atrás expedientes por cuestiones marginales, que paraliza la marcha normal de cualquier tipo de licencia amparándose en los posibles errores cometidos por otro departamento del Ayuntamiento, sin ponerse en contacto con el mismo para solventar los posibles errores; si por cualquier tiquismiquis invalida expedientes con documentación compleja y costosa de formaliza. . ., y así se podía continuar con otros muchos obstáculos ficticios, ese funcionario debería ser erradicado de las funciones que desempeña y dedicarlo a tareas que no dañen a los ciudadanos y a la ciudad.
Por desgracia los responsables políticos municipales no le dan la menor importancia a este tipo de obstáculos que sufren la población y la propia economía local.
Se puede considerar inadecuada la actitud amenazante de los colegios profesionales y asociaciones empresariales, pero tras ellos están muchas personas dañadas en sus intereses por una
gestión funcionarial impresentable.
Los responsables políticos tienen la obligación de buscar una solución adecuada a esta situación que es nefasta para la ciudad y por lo tanto para los ciudadanos y su mejor bienestar socioeconómico.