¿QUÉ HACER ANTE LA SECESIÓN?

¿QUÉ HACER ANTE LA SECESIÓN?

POR JOSÉ MORA GALIANA

Constitucionalmente hay un artículo, el 155, que contempla la posibilidad de afrontar los conflictos territoriales con las Comunidades Autónomas, de convicciones colectivas o culturas encontradas, si fracasan el diálogo y las negociaciones parlamentarias o sociales. Mientras no haya otra normativa consensuada, ese artículo de la CE de 1978, que es el 155, es una posibilidad práctico-práctica. Pero… ¿Qué dice? ¿Qué implica ese artículo?

El referido artículo 155 dice textualmente:

«1. Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.
2. Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas.»

Este artículo 155, ante la amenaza -también practico-práctica- de una secesión, con el fin de instaurar una República Independiente Catalana, vendría a aplicarse en relación con el supuesto cultural de 1978, formulado en el artículo 1º del Título Preliminar de la CE, que dice así:
1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
3. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria.

Ese fue el fruto cultural jurídico, al final de la década de los 70, que permitió pasar de la Dictadura a la Democracia. ¿Puede actualizarse? ¿Puede reformarse? Si lo quisiera la mayoría del pueblo español, por supuesto que sí, y además, dentro de lo también previsto en el Título X: «De la reforma constitucional», puesto que la realidad histórica es compleja, dinámica, humana y abierta al futuro.

En cuanto al Título III, «De las Cortes Generales», tenemos el capítulo primero (De las Cámaras) en el que el Congreso (quizás con un exceso de representantes o diputados) y el Senado (como cámara de representación territorial) «representan al pueblo español»; el capítulo segundo establece el articulado «De la elaboración de las leyes» (arts. 81-92), dejando claro que «la iniciativa legislativa corresponde al Gobierno, al Congreso y al Senado, de acuerdo con la Constitución y los Reglamentos de las Cámaras» (art. 87. 1), y contemplando, además, que «Las Asambleas de las Comunidades Autónomas podrán solicitar del Gobierno la adopción de un proyecto de Ley o remitir a la Mesa del Congreso una proposición de ley, delegando ante dicha Cámara un máximo de tres miembros de la Asamblea encargados de su defensa.» (art. 87. 2). El capítulo tercero habla «De los Tratados Internacionales» (arts. 93-96), en donde vuelve a tener importancia especial no sólo las Cortes Generales sino también el Tribunal Constitucional, en su caso (art. 95).
El Título IV trata «Del Gobierno y de la Administración (arts. 97-107). Queda claro que es el Gobierno quien dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado, y que tiene que ejercer su función ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo con la Constitución y las Leyes (art. 97). «De las relaciones entre el Gobierno y las Cortes Generales», nos habla el Título V (arts. 108-116). Probablemente, no muy tarde, las circunstancias del momento actualicen la importancia de este Título V, puesto que el Gobierno tiene que responder de su gestión política ante el Congreso de los Diputados (art. 108) y, en consecuencia, ante el conjunto del pueblo español.

Nota a tener en cuenta:

CADENA SER
«Mañana jueves, en el parlament, y pasado mañana, viernes, en el Senado, vamos a tener la última oportunidad de embridar este caballo desbocado». En estos términos se expresaba el periodista Iñaki Gabilondo —en su comentario Dudas y discrepancias, en la Cadena Ser—.
De este modo, la opción de detener la actual dinámica del conflicto catalán pasa por un lado por «el parlament, descartando sin ambages la declaración de independencia». Y por otra por el Senado, «aparcando el 155».
«Este sería el sueño», afirma Gabilondo, quien por contra plantea también «la pesadilla»: «Que pasado mañana viernes tengamos a la vez independencia y 155. Una hazaña que llevaría a esta generación de políticos al basurero de la historia».

Contra el sentido de coherencia, racional, social, económica y territorial, ahí se está de momento, desde la tarde del viernes del día 27 de Octubre de 2017

EFEMÉRIDES CATALANAS

EFEMÉRIDES CATALANAS

Las referencias históricas, hechas símbolos, del independentismo catalán son dignas de comentar. Representan, sin duda, la base de los sentimientos nacionalistas que someten a la razón aunque carecen de la solidez, trascendencia y positivismo que pretenden asignarle los más fanáticos de los independentistas. Es así, tanto por el valor de los mismos como por su contexto histórico y social.
Con el día Nacional de Cataluña, la Diada, se conmemora la caída de Barcelona, el día 11 de septiembre de 1714, en poder de las tropas favorables a la Casa de los Borbones en la guerra de sucesión. En esta contienda participaron las potencias europeas movidas por sus intereses expansionistas, unas favorables a la Casa de Austria y otras a la de los Borbones, con el fin de designar un monarca para España.
Cataluña era favorable a la Casa de Austria, aunque no todos los ciudadanos lo fueran, y lo mismo ocurría en el resto de España a favor de la Casa de los Borbones.
Fue Rafael Casanova, máxima autoridad militar y política de la ciudad, y abogado de profesión, quien entregó Barcelona a los enemigos. Pero éste fue exonerado de cargos en virtud del perdón real, con lo que volvió a ejercer como abogado.
En definitiva en el día Nacional de Cataluña se celebra una derrota, se tiene como héroe a quien rindió la plaza al enemigo y después fue perdonado para volver a su actividad profesional.
El himno oficial de Cataluña, los segadores, está inspirado en una canción nacida en 1640, aunque su letra es de 1899 y su música de 1892. En 1640 tuvo lugar la sublevación de campesinos y segadores, llamada del Corpus de Sangre. La promovieron la burguesía y la aristocracia catalanas, aunque después fueron también víctimas de los sublevados contra el ejército español, estacionado en Cataluña en relación a la guerra de los treinta años. A lo largo de doce años que duró la llamada guerra de los segadores tuvieron lugar infinidad de acontecimientos: se proclamó la Republica Catalana, Cataluña pasó a formar parte de Francia, el rey francés Luis XIII se declaró conde de Barcelona y, al final, Cataluña volvió a formar parte de España.
Después de tantos años, además del daño causado a los intereses del país, a nivel europeo y de su imperio, se perdió para España, y por lo tanto para Cataluña, a favor de Francia el Condado del Rosellón. Otro gran éxito a celebrar por el nacionalismo catalán.
La sardana actual, -la cumbre más popular del folklore catalán,- fue compuesta por un andaluz, José María Ventura Casas nacido en Alcalá la Real, provincia de Jaén, el 2 de febrero de 1817.
Tampoco se pueden dejar de tener en cuenta los homenajes que se le hacen a quien fuera presidente de la autonomía catalana, durante la Segunda República, haciendo una interpretación completamente interesada de la historia.
El presidente de la autonomía catalana Luis Companys proclamó el Estado Catalán el 6 de octubre de 1934, fue un acto fuera de la legalidad contra la Segunda República. Acabó con la sublevación el general Batet, lo que originó derramamiento de sangre con víctimas mortales. Companys fue condenado por el Tribunal de Garantías Constitucionales de la Segunda República a 30 años de reclusión mayor e inhabilitación absoluta. El gobierno del frente popular lo amnistió, para desgracia de la República, pues volvió a presidir la autonomía catalana y en unión de las anarquistas prestaron un servicio inestimable para obstaculizar al gobierno republicano de Madrid y facilitar así a los militares golpistas ganar la guerra civil.
Es cierto que los nacionalistas alemanes (Nazis) entregaron al nacionalista catalán a los nacionalistas españoles (dictadura franquista) y éstos lo fusilaron sin un juicio con las mínimas garantías. Pero es evidente que, en este caso, los independentistas catalanes vuelven a celebrar un acto de perdedores.
Está dentro de lo posible que en el futuro los independentistas catalanes celebren también la condena por los tribunales de justicia del que es en la actualidad presidente de su Comunidad Autónoma.
Ante los hechos comentados, que los independentistas catalanes celebran con un fervor a un paso del fanatismo, es fácil comprender que estén empapados de victimismo y de acuerdo a tal sentimiento se comporten, aunque al hacerlo se predisponen a sumar nuevas derrotas a la lista de sus celebraciones, para mal de Cataluña y del resto de España.
¿Acaso no sería posible celebrar otro tipo de efemérides, en positivo, como lo fueran los Juegos Olímpicos del 92?

¿QUIÉN NEGOCIA CON DELINCUENTES?

¿QUIÉN NEGOCIA CON DELINCUENTES?
Cuando en un Estado de derecho los delincuentes andan sueltos y se les permite cometer nuevos delitos, en la impunidad, la seguridad jurídica de los ciudadanos está en grave riesgo de desaparecer y que la sociedad retorne a la barbarie.
No se puede negociar con los delincuentes. ¿Se puede negociar, acaso, con un violador, con un atracador, con un homicida? Lo máximo a lo que pueden aspirar tales malhechores, antes de comparecer ante un juez, es a negociar con el ministerio público una reducción de la condena que pidan para él, tras reconocer haber cometido el delito, arrepentirse y prometer no volver a delinquir.
El actual gobierno no solo está dando muestras de extrema debilidad, también está dando pie con su lentitud, escasas capacidades de respuesta y torpes reflejos a que otros delincuentes de semejante catadura se animen para llevar a término similares delitos. No impidió que hubiese urnas el uno de octubre, aunque es evidente que no tuvo lugar ningún referéndum. Se arrugó ante las críticas hechas al comportamiento de las fuerzas de seguridad españolas, cuando en cualquier país europeo, la parte del mundo con mayores garantías para sus ciudadanos, sus fuerzas de seguridad actúan con mucha mayor contundencia ante manifestaciones más pacificas y por motivos con clara justificación social.
Su reacción ante la traición de los mozos de escuadra ha sido ridícula y sin la menor repercusión sobre un cuerpo de seguridad del Estado que está para perseguir a los delincuentes, hacer cumplir las órdenes de los jueces y el Ministerio del Interior tiene autoridad sobre los mismos.
Los partidos políticos han tenido, ante esta crisis de Estado, un comportamiento orientado fundamentalmente a sus intereses partidistas. Especialmente digno de mención el de esa amalgama de comunismo, anarquismo, nacionalismo, independentismo y todos los ismos imaginables que le puedan ser útiles, de los llamados Podemitas.
Se comportan como si estuviesen en la Rusia de 1917 dispuestos al asalto del Palacio de Invierno. Lo que parecen ignorar es que están en la Unión Europea de 2017, es decir cien años después. Y aquellos que evocan el asalto al Palacio de Invierno como una gesta heroica, la realidad fue muy diferente a la que rememoran estos demagogos.
El 26 de octubre de de 1917 el palacio de Invierno estaba defendido por un batallón de mujeres y era la sede de un gobierno provisional presidido por un socialista. El zar Nicolás II había abdicado el 2 de marzo de 1917, y en agosto fue trasladado prisionero a Siberia. ¿Dónde está la gesta que evocan estos impresentables? Fue una traición a los socialistas.
Los delincuentes tienen que ser detenidos, y juzgados por los delitos cometidos.
En los países democráticos las negociaciones se hacen en los parlamentos, donde los representantes de la soberanía nacional tienen capacidad y libertad para tratar cuantos asuntos son del interés general, lo demás no pasan de ser trampas de los delincuentes en las que no deben caer los representantes de un pueblo soberano.

LA PINZA SEPARATISTA CATALANA

LA PINZA SEPARATISTA CATALANA

Había muchos y variados signos de que, el 1 de octubre, día del Referendum ilegal convocado por la Generalitat, sería una fecha nefasta para la reciente historia de España, pero la realidad ha empeorado cualquier previsión razonable.
En efecto, ha fallado todo: ningún atisbo de racionalidad en un Govern que ha lanzado a la calle a la población (Hombres, mujeres, niños y ancianos) con premeditación y alevosía a una votación ilegal y objetivamente peligrosa, asegurando que iban a ejercer un derecho y asistir a una fiesta democrática. Los mossos de escuadra no han cumplido las órdenes del TJSC y han estado a disposición del separatismo de los políticos secesionistas que hoy controlan los mandos de la Generalitat. Por tanto, han sido cómplices de unos presuntos delincuentes y han permitido votar en algunos puntos, dotando de una apariencia de normalidad estas votaciones. Hubiera sido muy sencillo para los mossos, que cuentan con 17.000 efectivos en Cataluña, custodiar e impedir la entrada en los puntos de votación habilitados a tal fin.
Ha fallado también el dispositivo estatal de policías y guardia civil puestos sobre el terreno y sobre todo sus mandos y la coordinación inter-policial que, en efecto, ha cerrado colegios y requisado urnas pero utilizando a veces una violencia puntual e innecesaria, que ha producido carreras, contusiones, algunos heridos y, sobre todo, fotos de la policía “Apaleando al pueblo” impagables para la tesis independentista del Estado represor. Además, y esto es lo peor, no tenían un plan B ante la pasividad de la policía catalana. Naturalmente esto no es responsabilidad de los agentes que han sufrido la hostilidad de los separatistas, sino del Ministerio del Interior y del Gobierno de la Nación.
Ha fracasado también, como acaba de afirmar Inés Arrimadas, la gestión del 1-O por parte del gobierno de Mariano Rajoy. Hace meses que asegura que el Referendum en Cataluña no se iba a celebrar. Lo ha dicho en foros nacionales, internacionales y “urbi et orbi” con toda rotundidad y solemnidad, porque no hay urnas, ni papeletas, ni colegios electorales, ni posible escrutinio. Pues bien, ha habido urnas, papeletas, puntos de votación, votantes y un recuento sin garantías que ha dado el resultado que han querido los separatistas. Rajoy ha pensado que la situación potencialmente explosiva de Cataluña se iba a resolver con declaraciones tan engoladas como huecas, burofaxes del TSJC y el Tribunal Constitucional y, en última instancia, enviando a la policía y la guardia civil. Todavía no ha comprendido que el Govern se ha situado al margen de toda legalidad no solo española sino también catalana porque ninguna ley reconoce el derecho unilateral de independencia. El Govern sabe la debilidad de Rajoy y su gobierno, su escaso apoyo parlamentario y lo aprovecha. Es difícil pensar que con un gobierno de Felipe González e incluso, de José María Aznar, hubiéramos llegado a esta situación.
La gravedad del desafío secesionista está potenciada por la pinza establecida por dos fuerzas en principio antagonistas: Cierta burguesía catalana muy próxima a la Administración Autónoma o dentro de la misma – Los Pujols – receptora de sus subvenciones y beneficiaria del célebre 3%, las élites extractivas que glosaba Molinas; y los restos espurios del movimiento anarquista catalán, representados por la CUP. Es decir, la alianza entre el nacionalismo y el populismo según la tesis de Santos Juliá que compartimos. Esta pinza es la que ha permitido lanzar a una parte de la población a la calle contra el Estado, acorralar a regidores socialistas que cumpliendo con la Constitución se han negado a abrir puntos de votación, cercar a policías que cumplían resoluciones judiciales y, en definitiva, amedrentar a la mayoría de la población de Cataluña que no ha participado de esta “Algarada institucional”. A esta mayoría del “seny ”hay que decirle que no está sola, pues cuenta con la solidaridad de todos los socialistas españoles.
A estas alturas no hay soluciones buenas, en cualquier caso todas pasan por el restablecimiento de la legalidad en Cataluña, es decir del Estatut y la Constitución. También deberán cambiar los protagonistas, es difícil pensar que Puigdemon y Rajoy, que nos han traído hasta aquí, vayan algún día a solventar el conflicto que, de manera tan irresponsable, han contribuido a crear.