LA PLURINACIONALIDAD Y EL PSOE

LA PLURINACIONALIDAD Y EL PSOE

Autor: FERNANDO PINEDA LUNA

Es ya evidente la recuperación interna del PSOE y la renovación programática, emanada de su reciente 39 Congreso Federal. El Partido Socialista ha conseguido acrecentar la ilusión de militantes, simpatizantes y votantes e intensificar su participación directa, tanto en asuntos orgánicos como institucionales, y el consiguiente aumento de la confianza ciudadana en su proyecto.
Sin embargo, la presión mediática, que mayoritariamente defiende los intereses del insolidario neoliberalismo capitalista, cada día más opuesto al blindaje y crecimiento del Estado del Bienestar, objetivo inexcusable del PSOE, continúa su campaña de acoso y derribo a la nueva Comisión Ejecutiva Federal, presentando a los socialistas divididos y enfrentados. Para ello, sigue utilizando su habitual modo de falsear la realidad, manipulando sistemáticamente frases de sus dirigentes, sacadas de contextos. En estos momentos, las “palabras mágicas” utilizadas son “plurinacionalidad” y “nación de naciones”.
Pues bien, la “plurinacionalidad” del Estado Español y la España como “nación de naciones” son conceptos veteranos en el PSOE, como demuestran tanto documentos de debate como resoluciones orgánicas.
Empezando por el final, la Comisión 1ª de la Ponencia Marco, “Marco Estratégico, Ponencia Política y Social”, que aprobó el 39 Congreso Federal y que, por lo tanto, es de obligado cumplimiento para toda su organización y militancia, dice textualmente en su apartado “Un modelo territorial estable y equilibrado” que “el federalismo, con sus premisas de cooperación, colaboración, solidaridad y lealtad institucional e interterritorial, como se defiende en nuestra “Declaración de Granada”, puede y debe ser la solución de una España orgullosa de su diversidad y comprometida con el autogobierno de las Comunidades Autónomas que la integran”.
La renombrada “Declaración de Granada” del año 2013, que sólo es un importante documento de trabajo para ayudar a construir un modelo de Estado Federal, que sea el mejor posible y el más aceptado por toda la ciudadanía española, estuvo basada en un documento que la “Fundación Socialista Alfonso Perales” encargó en el año 2012 y en el que participaron José Antonio Pérez Tapias y Gregorio Cámara Villar, Secretario de Libertades y Política Territorial de la actual Comisión Ejecutiva Regional del PSOE-A, con el objetivo de poder conducir la territorialidad de España desde el Estado de las Autonomías al Estado Federal. Pues bien, en tal documento previo a la llamada “Declaración de Granada” se asegura que el federalismo debe ir de la mano de un concepto “plurinacional del Estado”.
Retrocediendo históricamente al año 2010, el ex presidente Felipe González y la ex ministra Carme Chacón defendieron la idea de España como “nación de naciones”, entendiendo que ello era bueno para la estabilidad y el desarrollo de su modelo territorial.
También se ha interpretado torticeramente por muchos el adjetivo “asimétrico”, aplicado al Estado Federal, con el objetivo de exponer falsas divisiones internas en el PSOE sobre tal modelo de Estado. Nada más lejos de la realidad, porque todos los socialistas defienden la misma España, su unidad, pero también su diversidad, es decir, su asimetría, basada en razones geográficas, lingüísticas, culturales e históricas.
Si seguimos retrocediendo en el tiempo, topamos, como ejemplo de lo dicho, con los hitos históricos vividos en Andalucía los días 4 de Diciembre de 1977 y 28 de Febrero de 1980, cuando el pueblo andaluz reivindicó en la calle su autonomía política, proceso iniciado durante la Segunda República y truncado al final del mismo por el fascista golpe de Estado. ¿Qué exigía el pueblo andaluz entonces? Un autogobierno que, sin romper la unidad de España, le permita gestionar su propia diversidad geográfica, cultural e histórica.
Aún más atrás, la propia Constitución Española de 1978 consagra el Estado de las Autonomías. Ya en su preámbulo alude a “los pueblos de España”. En su artículo 2 reconoce el derecho a la autonomía de “las nacionalidades y regiones” que integran España. Parece, por lo tanto, sin duda, que la propia Constitución de 1978 está más cerca de la “plurinacionalidad” y de la España como “nación de naciones” que los actuales medios de comunicación 39 años después. Esta fórmula es obra del socialista segoviano Anselmo Carretero (1908-2002), federalista, quien proclamaba en su obra “Las nacionalidades españolas” que la pluralidad de sentimientos de pertenencia es consustancial a la historia de España y que ésta aparezca como “nación de naciones” no debería desagradar a ningún español. Él ni siquiera establece distinción entre nacionalidades y regiones, porque todas merecen el nombre de “nación, que se integra en una nación mayor”.
Finalmente, Antoni de Capmany de Montpalau i de Surís escribió en su panfleto “Centinela” (1808), dirigido a movilizar a los españoles contra los invasores franceses que “¿Qué sería ya de los españoles si no hubiera habido aragoneses, valencianos, murcianos, andaluces, asturianos, gallegos, extremeños, catalanes, castellanos…? Cada uno de estos nombres inflama y envanece y de estas pequeñas naciones se compone la masa de la gran Nación, que no conocía nuestro conquistador, a pesar de tener sobre el bufete abierto el mapa de España a todas horas”.
El PSOE, partido fundador e integrado en la Internacional Socialista o Segunda Internacional, es contrario a cualquier tipo de nacionalismo excluyente, sea éste de carácter independentista o centralista.
El PSOE, por lo tanto, jamás defenderá la “España Una, Grande y Libre” del nacionalcatolicismo fascista ni la independencia de ninguno de los pueblos de España, sino su unidad en la libertad, la igualdad y la solidaridad de todos los españoles, independientemente de su lugar de procedencia o residencia. Pero, también y simultáneamente, como siempre hizo durante sus 138 años de historia, seguirá luchando por la España diversa y plural.
Hoy, de acuerdo con sus resoluciones aprobadas en el 39 Congreso Federal, el PSOE, con el empuje de todos sus militantes, simpatizantes y votantes está obligado a emprender el camino de convertir España en un Estado Federal, que, en base a la soberanía nacional, respete su unidad, como garantía de la igualdad de derechos y deberes políticos y sociales de todos los españoles, y defienda su plurinacionalidad, como aval de su diversidad por razones geográficas, lingüísticas, culturales e históricas.
Fernando Pineda Luna (8-VIII-2017).

GLOBALIZACIÓN DE LA INDIFERENCIA

Globalización de la indiferencia
Posted: 20 Jul 2017 03:27 AM PDT
«De olvido moriréis…»

Federico Mayor Zaragoza

Recuerdo con profunda gratitud la perseverancia de Forges reiterando en sus viñetas la tragedia de Haití… y la de muchos seres humanos después de catástrofes naturales o provocadas, haciendo especial hincapié en las circunstancias de extrema pobreza y desamparo en que viven cada día millones de personas sin que se les preste la menor atención por considerarlo un «hecho habitual e inevitable».

Es imprescindible y apremiante recordar cada amanecer que mueren diariamente de hambre miles de niñas y niños, mujeres y hombres al tiempo que se invierten en armas y gastos militares 4.000 millones de dólares. Es inadmisible desde todos los puntos de vista que, en lugar de elaborar un nuevo concepto de seguridad que no sólo se preocupe y ocupe de los territorios y fronteras sino de la alimentación, acceso al agua potable, servicios de salud, cuidado del medio ambiente y educación de los habitantes de estos espacios tan celosamente protegidos.

Es una vergüenza que, cuando no hay recursos para la puesta en práctica de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de los Acuerdos de París sobre Cambio Climático -especialmente cuando el Presidente Trump ha advertido ya que los Estados Unidos no los cumplirán- la única medida que ha merecido el unánime consenso en la Unión Europea, en el G-7 y en el G-20 ha sido la de aumentar los gastos militares! El 17 de julio la prensa anuncia que Francia y Alemania desarrollarán conjuntamente un avión de combate europeo. Yo pensaba que iban a anunciar que se restablecería una ayuda importante al desarrollo de los países que más necesitan asegurar unas mínimas condiciones de vida digna en sus lugares de origen para evitar, precisamente, los flujos emigratorios. Y no hay ninguna reacción. Y los ciudadanos de Europa siguen admitiendo lo inadmisible.

Se está desaprovechando el inmenso potencial de una tecnología digital que permite que los seres humanos, silenciosos y obedientes desde el origen de los tiempos, puedan expresarse por fin sin cortapisas y defender sus derechos con firmeza. Era de esperar unas reacciones a escala mundial frente a quien atenta contra las condiciones de vida de las próximas generaciones (¡muy próximas!), advirtiendo al magnate que si no cambia radicalmente de criterio, la humanidad, «Nosotros, los pueblos…», dejaremos, por ejemplo, de adquirir productos norteamericanos… Si Trump «bloquea… ¡bloquearemos a Trump!».

No podemos seguir mirando hacia otro lado. No podemos dejarnos anonadar por la vorágine de noticias que nos convierte en espectadores impasibles, dominados por el colosal poder mediático (por las terribles «armas de distracción masiva» en afortunada expresión de Soledad Gallego).

En París, el 20 de enero de 1990 escribí estos versos al final de un poema: «Sabemos / y por lo tanto / no tenemos excusa. / ¿Cómo podemos / conciliar el sueño / siendo cómplices?».

Hasta hace poco no sabíamos lo que sucedía. Ahora sí. Ahora la indiferencia es culposa… «Y no te olvides de Haití… ni de los que se ahogan en el Mediterráneo (más de 6,000 ahogados en 2016 y en 2017 ya van más de 1,600…). «El rayo que no cesa»… y nosotros sin tiempo para reflexionar, para decidir cumplir nuestros deberes, más urgentes ahora por tratarse de procesos en los que pueden alcanzarse puntos de no retorno. ¡Qué afrenta para nuestros hijos y nietos…!

Cuanto más alerta deberíamos estar, cuanto más reactivos, cuanto más tendríamos que tener en cuenta el mañana… más tenemos en cuenta el presente, más ensimismados nos hallamos, más miopes… y aceptamos sin remordimiento lo inaceptable. ¡Y no te olvides de Haití ni de todos los «Haities»! Allí escribí en enero de 1995: «Se fueron los últimos / soldados / y estalló la paz/ en vuestra vida, / sin reporteros / que filmen/ cómo se vive y muere / cada día. / Ya no saldréis / en las pantallas / para aguar / las fiestas y el vino / de los ricos. / Ya no moriréis / de bala y fuego. / De olvido / volveréis a moriros. / Como siempre.»

Hambre, desamparo, sumisión. Tenemos que implicarnos decididamente y con denuedo contra todo tipo de violencia. El Papa Francisco decía hace poco que «no es fácil saber si el mundo de hoy es más o menos violento que antes, ni si los medios de comunicación modernos y la movilidad de nuestra era nos hacen más conscientes de la violencia o más acostumbrados a ella». Recuerdo cuánto me impresionó escuchar al Prof. Juan Antonio Carrillo Salcedo alertarnos, con la anticipación que le caracterizaba, sobre la «globalización de la indiferencia».

Es especialmente peligroso y motivo de alarma que el desorden establecido sirva para «normalizar» las progresivas diferencias entre ricos y pobres, entre encumbrados y menesterosos. El clamor popular, la voz de la gente debe promover sin demora el restablecimiento de un multilateralismo democrático, de unas Naciones Unidas que puedan cumplir, con los recursos personales, técnicos, de seguridad y financieros adecuados, la misión que le corresponde a escala planetaria, marginando ya para siempre el nocivo «invento» neoliberal de los grupos plutocráticos (G7, G8, G20).

Y también en la vida cotidiana una democracia genuina, que no tenga en cuenta a las mayorías numéricas -sobre todo, embravecidas- si no seguir puntualmente los «principios democráticos» que, según la Constitución de la UNESCO, deben «guiar a la humanidad».

Ahora ya no hay excusa. Ahora ya no cabe el olvido porque «Nosotros, los pueblos…» podemos expresarnos, podemos participar, libre y responsablemente, de la transición histórica de la fuerza a la palabra.

Federico Mayor Zaragoza

DIALOGANDO CON GREGORIO PECES-BARBA -SOBRE ESPAÑA Y LA DEMOCRACIA-

DIALOGANDO CON GREGORIO PECES-BARBA
– SOBRE ESPAÑA Y LA DEMOCRACIA-
Por José Mora Galiana

La Constitución Española (CE) de finales de 1978 supuso -al decir del profesor y político Peces-Barba- la sustitución de la mentalidad de reforma por la de ruptura en pro de una Democracia como proyecto de vida en común. Desde este supuesto, me ha parecido de interés dialogar en torno al capítulo cuatro de La democracia en España. Experiencias y reflexiones, publicado en Temas de Hoy, Madrid 1996, que goza – a mi modo de ver- de gran actualidad, porque los déficits democráticos y los graves errores del pasado y del presente, a partir de 1979 y hasta estos días de agosto de 2017, no tienen por qué deslegitimar lo sustantivo: el tránsito de la Dictadura a la Democracia con el fin de alcanzar una mejor vida en común en el conjunto de las distintas Comunidades y del Estado Español.

El capítulo mencionado se titula «El final de la Transición. Las Nuevas Reglas de Juego» (ver especialmente las páginas 199-231, pues la parte «Universidad y Parlamento» -páginas 231-255- requieren quizás otro tipo de diálogo).

Hoy, más que entrar en estrategias de golpes de poder o de desestabilización institucional, fruto de la corrupción sistémica o a causa de los déficits democráticos, parece más positivo mejorar y ampliar el sentido de construcción en común. Acrecentar la conciencia crítica y la educación de la respectividad plural y solidaria, así como la creencia de que la convivencia social y el logro de objetivos humanos comunes exigen un orden jurídico y unas reglas de juego, son fundamentales para poder avanzar en positivo: avanzar para cambiar, transformar y progresar razonablemente a mejor, evitando errores históricos y también todo tipo de violencia -venga de donde venga-.

Han de retomarse, necesariamente, cuestiones como la Economía, la forma de Estado, la lealtad a la Democracia, la separación de poderes fácticos o institucionales, los derechos universales a la Educación y la Salud, las exigencias laborales, el sentido medio-ambiental, la democracia interna efectiva de fuerzas sociales, partidos políticos e instituciones…, pero quizás lo más recurrente de hoy, a pesar del fenómeno migratorio y del déficit en la garantía de derechos humanos y de derechos fundamentales, quizás lo más urgente, a pesar de los efectos de la crisis económico financiera del 2008, sea más bien lo que tradicionalmente se llamó la cuestión regional que no es sino el tema de las Autonomías y del capítulo VIII de la CE.

Según Peces-Barba, la denominada «soberanía nacional» se vinculó al conjunto del pueblo español. Pero había que evitar dos graves riesgos respecto al hecho diferencial de las regiones o comunidades: a) el nacionalismo excluyente -muy conservador en la Constitución Monárquica de 1876-; b) la no generalización de las autonomías en la Constitución republicana de 1931. Con la generalización de las autonomías, se abría la posibilidad de avanzar -con sentido de igualdad institucional y competencial- hacia un Estado funcionalmente Federal. De hecho, nunca las llamadas «nacionalidades históricas» han tenido una autonomía tan amplia; tampoco las propias Comunidades Autónomas -en pie de igualdad, prácticamente-. Lo que debe potenciarse ahora son los elementos de cooperación, coordinación y solidaridad interterritorial.

Comparto plenamente que en Teoría Política hay que separar Nación y Estado. El concepto de nación traduce una agrupación humana del orden de las comunidades (sentimientos comunes, lengua común; cultura, esperanzas y sufrimientos comunes). El concepto de Estado traduce una agrupación humana del orden de las sociedades en vistas a alcanzar unos determinados fines y objetivos comunes. Por eso, precisamente una nación no tiene necesariamente que ser un Estado Independiente. En el conjunto del Estado debe predominar la razón y el derecho, más allá de los sentimientos particulares o comunitarios.

Hoy, más que nunca, en España conviene evitar tres peligros históricos: a) el reconocimiento de consecuencias jurídicas para el hecho diferencial de las distintas comunidades; b) el permanente afán de emulación respecto de las llamadas comunidades históricas; c) el nacionalismo español excluyente -principio y fin del consenso institucional refrendado por el pueblo español el 29 de diciembre de 1978-.

Parece claro que, teniendo en cuenta la realidad histórica del momento y más allá de los graves errores cometidos hasta ahora, es el tiempo oportuno para fraguar un nuevo consenso sobre la estructura constitucional del Estado social y democrático de Derecho, en el marco de una Confederación Política de Estados Europeos.

Han sido muchos y variados los esfuerzos realizados para consumir y culminar la ruptura con la Dictadura en pro de una Democracia para toda persona y para toda comunidad, en el conjunto del pueblo español, Fuera de las reglas de juego constitucional sería un suicidio pretender cuartear, a base de tirones independentistas o excluyentes, pues todo tipo de violencia es rechazable porque, como dice Peces-Barba, “supone el ataque más profundo a la propia posibilidad de cambio de la sociedad democrática”.

José Mora Galiana