LA CRISIS SOCIALDEMÓCRATA
La crisis de la socialdemocracia es un tema de actualidad. Sobre el mismo se ha escrito mucho y, en el caso concreto del PSOE, su crisis se achaca a ese problema, supuestamente genérico para esta opción política que ha sido fundamental para lograr implantar y mantener el Estado de Bienestar en Europa, la causa de su evidente decadencia.
Es cierto que los objetivos fundamentales para la socialdemocracia se han alcanzado en una parte muy importante y que a ellos se han adaptado también los partidos de la derecha civilizada. El Estado de Bienestar está implantado y ninguna opción política seria lo pone en duda, desde la enseñanza hasta el carácter universal y público de la sanidad, pasando por el sistema público de pensiones contributivas y no contributivas, y otras prestaciones sociales que funcionan en este país y que, con matices, todos los partidos políticos lo defienden.
En otros aspectos sociales, muchos de los objetivos de la socialdemocracia que se tenían como imposibles en España se han alcanzado y están en la actualidad respaldados por leyes en vigencia y se aplican. Son aceptados, también, por las fuerzas políticas de derechas con posibilidades de gobernar. Así el divorcio regulado por leyes día a día más funcionales es un derecho que está consolidado y aceptado. El aborto con valoraciones diferentes está regulado por ley. La norma sobre el matrimonio homosexual también ha pasado por gobiernos conservadores y la ley de la dependencia está vigente aunque ya nació sin el respaldo presupuestario necesario.
En definitiva la socialdemocracia ha logrado muchos de los objetivos por los que luchaba. Simplemente porque ha conseguido algunos objetivos es un disparate pretender mantener posiciones de enfrentamientos estériles por cuestiones menores cuando hay aún muchos objetivos por lograr.
El mayor problema de la socialdemocracia es no mirar al futuro y preparar programas de gobierno, con los adecuados respaldos técnicos, para hacer frente no sólo a los problemas actuales, sino también a los que ya se anuncian.
Basta con pensar en el desarrollo tecnológico para saber que será muy difícil conseguir el pleno empleo en el futuro, cuando el porcentaje del trabajo que no requiera de la mano directa del hombre aumente considerablemente. Tal situación irá, sin duda, hacia un incremento imparable acompañado de un aumento considerable de la productividad, que deberá favorecer al interés general. De ahí la necesidad de ir pensando en el adecuado tratamiento de la situación para que favorezca a todos los ciudadanos y no a unas minorías. Sin olvidar la consolidación de las pensiones con recursos procedentes de otras fuentes además de las actuales.
¿Cómo es posible no trabajar ya en normas que impidan la tremenda injusticia en la distribución de la riqueza que se da en la actualidad y con una tendencia que va en el sentido de incrementar las desigualdades?
Ya se intentó en Bruselas limitar los beneficios para los miembros de los consejos de administración y los altos directivos de las empresas. Esa clase está consolidada y representa una de las mayores lacras para la sociedad y origina situaciones muy injustas en la actualidad, con beneficios para personajes que reciben ingresos que superan en más de mil veces el salario mínimo. Situación que se da incluso en empresas que la mala gestión genera pérdidas. Son además una tentación para la corrupción de los responsables políticos y pueden llegar a condicionar acciones de gobierno.
Así se podría hacer un recorrido de objetivos nuevos para la socialdemocracia, pensando no en destruir la riqueza que se genera en la actualidad con acciones nefastas propias de otras ideologías, sino conseguir que la creación de la riqueza aumente pero imponiendo una distribución más justa de la misma.
Carece de sentido mirar hacía atrás para intentar implantar, con extrañas coaliciones, sistemas que han fracasado rotundamente.
El PSOE pasa por momentos difíciles con actuaciones políticas de vuelos cortos y de baja altura, llamémoslos gallináceos, que son los más adecuados para propiciar el camino hacia la autodestrucción.