LA ELECCIÓN DE JEREMY CORBYN
El Partido Laborista del Reino Unido “Labour Party” se fundó hacia 1900 y surge de una alianza entre asociaciones socialistas diversas y las “Trade Unions”, intelectuales de izquierdas y el movimiento obrero finalmente cristalizado en la formación que conocemos hoy. En su más que centenaria historia ha gobernado el país en numerosas ocasiones y dado excelentes primeros ministros que han mejorado la vida de los trabajadores en particular y de los ingleses en general, con figuras tan señeras como Clement Attlee que venció a Churchill, que venía de ganar La II Guerra Mundial, en las elecciones de 1945. Attlee levantó un país devastado por la guerra, instauró el Estado del Bienestar y la protección social “Desde la cuna hasta la tumba”.
El Partido Laborista cuenta con 232 diputados en la Cámara de los Comunes, 13 miembros en el Parlamento Europeo además de pertenecer al Partido Socialista Europeo y a la Internacional Socialista. Se trata, por tanto, de un partido serio y de gobierno que hace tiempo no logra conectar plenamente con su electorado y eso lo reduce a un papel de oposición al Gobierno de su Majestad.
El “Labour Party” está dirigido desde ayer por Jeremy Corbyn un diputado laborista de 66 años que ha conseguido ilusionar a los jóvenes y canalizar a los indignados con un discurso educado, sin atacar a nadie, exponiendo sus ideas y propuestas para una nueva manera de hacer política.
Su ideario es transparente: La paz, la lucha contra la desigualdad, la inversión pública como creadora de empleo, el rechazo a la austeridad, la persecución del fraude fiscal y gravar a las rentas más altas para combatir el déficit. Con estas ideas, obvias para cualquier socialista; se ha convertido en el líder laborista con el mayor respaldo obtenido hasta ahora, con el claro mandato de virar el partido hacia la izquierda. Ha vencido en todos los grupos electorales que han ejercido el voto: Afiliados, sindicalistas y más de 100.000 simpatizantes que se registraron y pagaron 3 libras para poder votar.
Corbyn ha dicho: “Las cosas pueden cambiar y cambiarán”. Parece que tiene razón porque su sola elección ha hecho temblar el “Establishment” británico incluidos los dirigentes de su propio partido, algunos de los cuales lo avalaron pensando que animaría el debate pero jamás alcanzaría el liderato.
Tony Blair no ha tenido empacho en atacarlo duramente a lo largo del proceso de primarias con afirmaciones de este jaez: “EL país con él irá hacia atrás no hacia adelante” No es la opinión mayoritaria de los laboristas, la candidata blairista, Liz Kendal, obtuvo un 4´5% de los votos, muy lejos del 60% de Corbyn.
Los cambios que se están produciendo en las izquierdas europeas hasta ahora ocurrían en los aledaños de la socialdemocracia pero, en el caso británico, ello se da en el seno de un gran partido de larga trayectoria gubernamental con una importante historia a sus espaldas. Es decir, las cosas están cambiando por el entusiasmo de los jóvenes y la indignación de gran parte de la población que, ve impotente como la crisis la ha empobrecido mientras aumentan los beneficios del capital y el número de ricos en toda Europa. La ola de entusiasmo tiene dos vectores: Una nueva manera de hacer política y la lucha frontal contra el conservadurismo rancio que nos invade.
Jeremy Corbyn camina por esas líneas de fuerza: Honradez, talante correcto y no convencional y defensa sin fisuras de los derechos e intereses de los trabajadores. Resulta curioso por mal intencionado, que el periódico más influyente de nuestro país lo acuse en portada de romper con la socialdemocracia, cuando no ha hecho otra cosa que mantenerse fiel a sus ideales. Este hijo de antifranquistas que se desplaza en bicicleta no lo va a tener fácil, debe reducir y liderar a la élite de su propio partido poco proclive a apoyarlo. Tiene que consolidar e incrementar si cabe el gran apoyo popular recibido y lo más difícil, convencer a la sociedad británica de sus recetas económicas, sociales y políticas son las más eficaces para que el país viva mejor.
Camerón ya ha dicho que constituye “Una amenaza para la seguridad nacional” Es una falacia pero si se consolida puede constituir una amenaza para el gobierno conservador y ¿Quién sabe? Un faro de esperanza para los mortecinos partidos socialdemócratas europeos.