FRANCISCO Y LOS CURAS PEDERASTAS

FRANCISCO Y LOS CURAS PEDERASTAS

El clero de la Iglesia Católica tiene una historia secular de estupros, violaciones y abusos sexuales a menores que, tradicionalmente, se han silenciado y ocultado con el pretexto de no perjudicar a tan santa institución.
Durante los años de plomo del franquismo, en la España del Nacional-Catolicismo cuando era necesario un certificado del párroco del lugar para optar a un puesto de trabajo, los abusos que se producían en los colegios religiosos o en torno a los templos no eran denunciados debido al poder de la Santa Madre y al temor que ese poder suscitaba en la población.
Con el advenimiento de la democracia estos crímenes sexuales se han seguido perpetrando con la diferencia de que ahora, algunas veces, salen a la luz y, en ocasiones, terminan ante los tribunales de justicia. La actitud de la Curia Romana ha sido siempre la misma: Negar los hechos y proteger al malhechor. Nunca han considerado al eclesiástico o religioso corruptor de menores como un delincuente sino como un pecador. Y los pecados –ya se sabe- se confiesan y se perdonan dejando libre el camino al “pecador” para volver a caer en la tentación. Para un pederasta habrá pocas cosas tan tentadoras como la visión de un niño o una niña, por eso, habitualmente son reincidentes. Algún obispo ha llegado a decir que, a menudo, los niños o adolescentes “Van provocando”.
Cuando los casos se convertían en escándalos públicos y no era ya posible silenciarlos, el obispo correspondiente trasladaba al incontinente “pecador” a otra parroquia donde, por ser desconocido, gozaba de nuevas oportunidades para sus actividades inmorales y delictivos.
Todo ello de una manera taimada, desde la autoridad y el prestigio que confiere el sacerdocio entre ciertas capas de la población, prevaliéndose de los conocimientos propios y de la confianza de padres y familiares y sobre todo, de la inocencia de las víctimas sorprendidas en su buena fe y con escasas posibilidades de defensa.
En nuestro país la inmensa mayoría de los casos de abusos sexuales a menores se dan en colegios religiosos y dirigidos por religiosos. Este grave problema es desconocido en la escuela pública. En nuestra opinión, este hecho debería ser valorado por los padres a la hora de matricular a un hijo o hija en un colegio religioso.
El último caso conocido el del “Clan de los Romanones” en Granada, tiene unos ribetes que lo hacen particularmente alarmante:
1) Banda corrupta y corruptora.
Se trata de 9 o 10 sacerdotes y dos seglares –profesores de religión- que captaban niños para el servicio de la parroquia, monaguillos, de los que posteriormente abusaban sexualmente incluso en orgias. Es decir, una asociación para delinquir.
2) Una falsa filosofía liberadora
Además de su autoridad eclesiástica y su abismal experiencia en relación con las víctimas, manejaban también ideas propias del pacifismo de los años 60 y 70 del siglo pasado a favor del sexo sin distinción: “Porque el amor es libre y eleva el espíritu”.
3) Actuaban como una secta
Pretextando la vocación de servicio a Dios, apartaban a las víctimas de sus familias convenciéndoles de la necesidad de abandonarlas para vivir y dormir con ellos.
4) Infraestructura delictiva
Se ocupaban de que ancianas con propiedades y sin descendencia directa hicieran testamento a su favor, proporcionándoles así casas y chalets donde perpetrar los abusos.
Los testamentos por parte de nobles y ricos a favor de órdenes religiosas o determinados eclesiásticos tienen una gran tradición en la historia de la iglesia católica, desde que se acercaron al poder en 313. El Arcipreste de Hita señala la avidez de “bienes terrenales” entre los clérigos de los siglos XIII-XIV que se peleaban por ser beneficiarios de dichos bienes.
Como puede comprobarse se trata de una actitud del clero que viene de lejos. Lo nuevo radica en que, por primera vez, el Vicario de Cristo en la tierra parece interesado en terminar con estas prácticas. En efecto, Francisco, que en relación con sus dos últimos antecesores parece humano, ha intervenido personalmente en el caso del muchacho de Granada para pedirle perdón y animarle a denunciar los hechos ante la justicia. El Papa sabe bien que hechos de esta naturaleza no los resuelve la jerarquía eclesiástica.
Esta es una posición noble y loable que va a encontrar resistencias importantes en la Curia y en los Arzobispos y Obispos que conforman la cúpula de la Iglesia de Roma.
Nosotros vemos con simpatía su abandono del Palacio Apostólico y sobre todo nos parece prudente su hábito de no comer solo, sino en el seno de una Congregación. Vemos como muy certera la máxima transmitida públicamente, y en especial hacia la jerarquía eclesiástica, sobre el caso de Granada: “la verdad”. Vemos como muy certera la máxima transmitida públicamente, y en especial hacia la jerarquía eclesiástica, sobre todo de Granada: “la verdad no debemos esconderla”. Conforme a esa sentencia se opone a que se encubran los delitos por parte de los jerarcas.
La verdad ni debe ni puede ocultarse y, además, obliga a actuar y comprometerse en defensa de la dignidad humana, derecho inalienable de toda persona.

5 comentarios en “FRANCISCO Y LOS CURAS PEDERASTAS

  1. ole, ole y ole a este articulo y a lo que está haciendo el actual Papa Francisco, esperemos que pueda terminar esta obra y arranque de raiz estos actos y a los que los cometen de la iglesia pues no todos en ella son así. Recuerdo a Juan Pablo I y como «apareció» muerto a los 33 dias de su pontificado. Buenisima idea la suya lo de comer en lugares diferentes todos los dias, yo tambien le animaria a dormir en esos lugares incluso a trabajar en ellos, sin decirle a nadie donde va a comer y dormir al dia siguiente. aunque esto sea solo una forma de pensar mia.

  2. Este procedimiento haciendo justicia a las victimas de abusos sexuales a menores por parte de curas solo puede provenir de un Grande como el papa Francisco que desoyendo a sus allegados que siempre han solapado estos hechos permitiendo que se sigan cometiendo.

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