¿CUÁL ES LA ALTERNATIVA AL INDEPENDENTISMO?
El llamado problema catalán lleva colmatando, desde hace meses, las actividades de los medios de comunicación y no solo con noticias, también con opiniones, análisis, editoriales, recorridos históricos…
Sobre las maniobras, al respecto, del Gobierno de España y el de la Comunidad Autónoma Catalana se hace un seguimiento exhaustivo.
Tal situación la impone una minoría social de Cataluña y no se sabe hasta cuándo continuará así, aunque si llega a decaer ahí está la del País Vasco para tomar el relevo. Esta realidad forma parte de la historia del país, con varias guerras civiles incluidas y movimientos cantonales, para desgracia de la mayoría de sus ciudadanos que están forzados a soportar impotentes las mezquindades y los chantajes de unas minorías alimentadas por la irracionalidad y los nacionalismos propios y ajenos, obstáculos reales respecto de los derechos humanos de todos.
Los ciudadanos han tenido la oportunidad de informarse sobre la historia de Cataluña y los ensueños (por no decir falsedades) de los independentistas, tan ajenos a la realidad, así como de las consecuencias nefastas para Europa de los nacionalismos especialmente durante el siglo veinte.
Los dos partidos políticos que han gobernado este país durante la democracia han recurrido a los nacionalistas, tanto vascos como catalanes, para tener mayoría en ambas Cámaras y nunca se ha sabido con claridad lo que han dado a cambio. Lo que sí se sabe es que en ambas comunidades autónomas se ha hecho, por parte de los nacionalistas, políticas impresentables en relación a la enseñanza de la historia, de la cultura y de la lengua de España, como si ellos no fueran parte de ella que lo son, degradándolas y falseándolas para exaltar a los independentistas como si fueran ajenas a España cuando no lo son. Todo ello con el beneplácito de los gobiernos de Madrid incapaces de valorar lo nefasto de su quehacer para contrarrestarlo con las oportunas políticas en defensa de los derechos de los no independentistas.
Así mismo los nacionalistas han cultivado con precisión el victimismo económico con datos y planteamientos falsos, porque sus comunidades autónomas como parte que son de España han recibido siempre un trato preferente de los gobiernos de turno, con el conformismo de la ciudadanía del resto de país.
Los resultados son que en la actualidad han brotado los falsos sentimientos independentistas, sembrados en varias generaciones, sin que haya alternativas racionales a tanto engaño.
La única propuesta, al parecer, es la formulada por el PSOE, consistente en cambiar la Constitución y hacer de España un Estado Federal. Lo cierto es que el llamado Estado de las Autonomías es en la práctica un Estado Federal y con más descentralización que muchos de los Estados Federales de todo el mundo. No obstante, con el necesario consenso, valdría la pena recorrer un camino tan complicado como el de modificar la Constitución, con disolución de las Cortes, elecciones generales a Cortes Constituyentes, referéndum y nuevas elecciones generales, si los resultados fueran realmente efectivos. El problema es que los nacionalistas-independentistas tampoco aceptan un Estado Federal. Tan solo quieren la independencia, como si el resto de los ciudadanos de este país tuvieran que aceptar sus decisiones que afectarían a todas las comunidades autónomas del país de forma negativa y especialmente a la que buscara o lograra tal independencia.
Sería imprescindible que todos los partidos políticos expusieran con claridad cuál es su alternativa a esta situación, insoportable para los ciudadanos que ven cómo se descuidan otros asuntos de gobierno realmente importantes que afectan a todos.
Quizá, mientras se pronuncian y actúan los poderes del Estado, se deberían desarrollar programas formativos objetivos y ajenos a cualquier espíritu nacionalista, para la ciudadanía bajo control independentista, sobre el español, una de sus lenguas maternas que comparte seiscientos millones de personas en todos los continentes, sobre la historia de España, que también es la de su país, y su cultura una de las más ricas y trascendentes de todos los tiempos que, por cierto, quieran o no también es la suya.
Además, convendría reflexionar sobre la incidencia del Capital en esta primera parte del siglo XXI, que no hace sino incrementar desigualdades. Thomas Piketty, en su reciente libro sobre el tema, concluye que un repliegue nacionalista de los pequeños países o de los minúsculos Estados a escala de le economía mundial no puede traer sino frustración y más decepción todavía en el caso de Europa. Solo el esfuerzo político regional y la voluntad de integración efectiva podrían alcanzar una regulación eficaz del capitalismo patrimonial globalizado y la vuelta a la sociedad solidaria de bienestar social y desarrollo humano integral.