DEL ESTADO LAICO
La Constitución española de 1978 consagra en su artículo 16 la libertad ideológica y religiosa de los españoles y deja claro que ninguna religión tendrá carácter oficial. Lo que no dice con rotundidad es que España es un estado laico y sí que tendrá relaciones de cooperación con la Iglesia Católica.
Se puede vislumbrar en la estructura de estos contenidos las dificultades que debieron tener los políticos responsables de redactar la Carta Magna para defenderse de las influencias asfixiantes y destructivas de la Santa Madre.
Nadie puede dudar que la religión cristiana ha incidido en la forja de la cultura del país y en su historia, pero las invasiones, las colonizaciones, las guerras, las miserias, las epidemias, las enfermedades, las monarquías, las injusticias, las desigualdades, el caciquismo, los nacionalismos y otras muchas calamidades también lo han hecho y no por ello dejamos de hacer todo lo que es posible para alejarnos y desprendernos de ellas y de sus secuelas.
El derecho de cada individuo a tener sus propias creencias y a seguir los dictámenes de los credos religiosos que considere pertinente profesar es indiscutible, siempre que no afecte para mal a los derechos de los demás.
El miedo del ser humano a la muerte, a ser limitado y perecedero, y la necesidad de tener la esperanza de disfrutar de una vida eterna donde no tendría limitaciones, como ofrecen las religiones, son realidades reconocidas y aceptadas. Otra cuestión son los métodos, con frecuencia, destructivos, que utilizan las organizaciones religiosas para someter a los miembros de las comunidades, en las que se implantan, a los intereses de los jerarcas. Lo hacen por medio de los mandatos del líder y de los dogmas que dictaminan en base a las conclusiones de extrañas seudociencias con las que dicen estudiar las manifestaciones, los contactos y las exigencias de las deidades que según ellos rigen el universo.
Cuestión muy diferente es la posición en la que se sitúan las organizaciones políticas en esta cuestión. El PSOE es por principio un partido laico y con esa rotundidad se tendría que poder afirmar.
Hoy resulta imprescindible que los responsables del partido les digan con claridad a sus miembros si su intención es seguir el mismo camino de los últimos gobiernos socialistas, si alguna vez volvemos al poder, porque es más que evidente que han estado próximos por no decir inmersos en la confesionalidad católica, lo que es impresentable. Las razones para opinar así son muchas y entre las más significativas se pueden citar algunas.
Es inaceptable que se hayan mantenido vigentes y aplicado acuerdos con el Estado Vaticano, que están en contra de la Constitución Española e incluso son ajenos al Derecho Internacional y a otros acuerdos suscritos por el Estado Español.
Es inadmisible que se haya mantenido una cuota especial en el IRPF con el fin de asignar recursos para la Iglesia Católica o para asuntos sociales, cuando lo correcto es que para ese fin se haga una aportación adicional del contribuyente que lo desee, no que una parte de un impuesto establecido con carácter general se destine a ese fin.
Es impresentable que los gobiernos socialistas hayan mantenido a costa de las cuentas del Estado la asignatura de religión católica en las escuelas públicas, con la presencia de símbolos religiosos católicos. Las clases de adoctrinamiento religioso las tienen que impartir las organizaciones religiosas en sus instalaciones. Situación que se agravaba con el hecho de que los profesores, que imparten la materia, los paga el Estado pero los elije el obispo de turno y los mantienen en un régimen de contratación y trabajo al margen de los derechos laborales, los que consagra la Constitución y el Estatuto de los Trabajadores.
Es imperdonable que el último gobierno socialista nombrara, sin base legal alguna, a un obispo católico general de división castrense. Así como que el último presidente de gobierno socialista participe en un acto público, por primera vez desde que dejó el gobierno, de la mano de uno de los prebostes más reaccionario de la jerarquía católica, que además lo defendió ante los insultos de otros miembros de la secta.
Que los bienes de la Iglesia Católica estén libres de determinados tributos no ocurre ya ni en la Italia ultramontana, pero si bajo un gobierno socialista en nuestro país. Así mismo que el mantenimiento de un patrimonio religioso, que su construcción, durante siglos, tuvo como fin apabullar al pueblo y obstaculizó el desarrollo de la arquitectura y las expresiones artísticas civiles, lo mantenga el Estado sin ostentar su titularidad y por lo tanto pueda hacer el uso que considere más adecuado para los ciudadanos creyentes o no, que aportan los recursos.
Que después de más de veinte años de gobiernos socialistas se mantengan las fiestas religiosas católicas y no se hayan sustituido por fiestas civiles, aunque fueran en las mismas fechas.
La libertad de cualquier miembro del partido para pertenecer a un credo y cumplir con los ritos que el mismo conlleve debe ser total, pero los miembros que están en las instituciones porque han sido elegidos como representantes del partido socialista, en elecciones democráticas, o que han sido nombrados por la misma razón para cualquier cargo público, no tienen que intervenir en representación de tales entidades en practicas religiosas de ningún credo. Si quieren hacerlo que sea a titulo personal.
No se puede aceptar como excusa de tales comportamientos la gran labor social que hace la Santa Madre porque ello es un montaje, como todo lo que procede de ella. La caridad no está dentro de los principios socialistas, sí la justicia y la redistribución de la riqueza, que debe llevarlas a cabo por medio de políticas que desarrollen los gobiernos, las supuestas obras de caridad que hace la Iglesia Católica las lleva a cabo con dinero de todos los ciudadanos.
La institución más prestigiosa bajo el control de la Santa Madre es Caritas que recibe más del noventa y cinco por ciento de sus presupuestos del Estado, luego del Estado debería de depender además de cambiarle el nombre.
La instituciones de la Santa Madre que se han subvencionado y que se siguen subvencionando con el dinero público son entidades que han luchado y luchan contra los programas de progreso social y científico, que apoya el Partido Socialista, y lo hacen directamente en manifestaciones públicas de todo tipo, al mismo tiempo que reciben el apoyo económico para sobrevivir y hacer su caridad en miles de centros desde donde adoctrinan.
Si los responsable del Partido Socialista han llegado a la conclusión de que para ganar elecciones democráticas tiene que ser confesional y llamarse Partido Socialista Católico Español, que lo digan con claridad y pongan en marcha los mecanismos reglamentarios para que así lo recoja sus estatutos y que sus miembros o aquellos que quieran serlo sepan a qué atenerse. De no ser así el partido es laico, así lo debe pregonar y comportarse como le es debido.
Esa secta milenaria denominada “Iglesia Católica” con un recorrido histórico repleto de corrupciones de todo tipo, atropellos, abusos de poder, crueldades sin limite, crímenes contra la humanidad y otras atrocidades, está sedienta de poder y de riquezas y cuando pone sus manos sobre personas, entidades o bienes difícilmente las retira sin llevarse con ella y para sus jerarquías cuanto haya de valor, por lo que es importante tenerlo en cuenta y actuar en consecuencia.
El Estado Social y Democrático de Derecho, al respetar la pluralidad, se obliga a garantizar la libertad ideológica (art. 16 CE) y propugna el valor superior de la justicia (art. 1,1), conjunción de libertad e igualdad. Ello implica la exigencia de un Estado Laico, es decir, aconfesional y democrático, más allá, de ideologías y creencias.