EL RESCATE HA VENIDO Y NADIE SABE COMO HA SIDO
El rescate bancario ha llegado a nuestro país a pesar de los muchos intentos, de los gobiernos de turno, para impedirlo. Las explicaciones de la clase política, sin embargo, no aparecen por ninguna parte y tiene que exponer las razones por las que ha sido inevitable aceptar el hecho de que el país no tiene capacidad para solucionar su problema bancario sin la intervención directa de Europa, con las consecuencias correspondientes. Los representantes políticos complican aun más la situación al no reconocer la realidad y que es imprescindible depurar responsabilidades por lo ocurrido.
Uno de los aspectos más lamentables de la situación, por la que pasa el país y padecen sus ciudadanos, es la falta de información y de análisis fiable de los hechos por parte de sus representantes elegidos en las urnas.
Algunos de los hechos que los ciudadanos tienen que valorar, es que mientras el país se entrampa a su costa muchos de los inductores y responsables del desastre han desaparecido de la escena, pagados e indemnizados con generosidad de millones, por las entidades que se tienen que rescatar, y además de llevarse el botín se libran de responder de sus acciones y omisiones.
Es importante tener en cuenta, porque en el futuro tendrá consecuencias negativas para los ciudadanos, que cuando se habla del rescate de la banca el mismo está dirigido, fundamentalmente, a las entidades que se llaman cajas de ahorro, convertidas o no en bancos en operaciones poco claras.
Las cajas de ahorro que se rigen por las normas que regulan las sociedades limitadas y tienen carácter de fundación, disponen de consejos de administración que los forman miembros nombrados por los partidos políticos, las organizaciones sindicales, en algunos casos también por la Santa Madre y en menor medida por los impositores y fundadores. Todos juntos y en unión tienen responsabilidades directas sobre la gestión que llevaron a cabo sus órganos ejecutivos, supuestamente bajo la supervisión del Banco de España. Por lo que es necesario que den explicaciones y saber si estaban capacitados para ocupar el cargo, si miraron hacía otro lado obligados por intereses espurios de las organizaciones a las que representaban o eran sus intereses personales los que mandaban en su proceder.
Por tal razón la mayoría de los mensajes genéricos e hipercríticos que lanzan los miembros de las instituciones que forman o formaron parte de tales consejos de administración, o de los órganos ejecutivos, que no son precisamente explicaciones razonadas con conclusiones en las que acepten responsabilidades, resultan vergonzosos y demagógicos.
Cualquier ciudadano de este país sabe, a estas alturas de la crisis, aunque no se lo hayan dicho sus representantes, que a lo largo de muchos años se ha vivido en un engaño económico promovido, alimentado, potenciado y exaltado por determinados miembros de las clases dirigentes, carentes del menor sentido de la ética, para beneficiarse ellos y sus colaboradores, por lo que ahora tienen que pagar por su conducta deplorable y pagarán un alto precio porque es imprescindible que lo hagan.
Lo evidente es que el problema económico no es tan fácil de resolver como algunos insensatos pretenden vendernos con mensajes tan fáciles como falsos. El daño que se ha hecho, se hace y se hará a los ciudadanos es incalculable y el dolor generado imperdonable.
El esquema simplificado de lo que ha sucedido y como se ha llegado a la situación actual, es fácil de exponer: las entidades bancarias se dedicaron durante años a fomentar el gasto de los ciudadanos, especialmente en la compra de viviendas y esas mismas entidades bancarias proporcionaban los recursos necesarios a los solicitantes, sin estudiar previamente la capacidad económica real que tenían para devolver los créditos. Las entidades bancarias no disponían de los recursos suficientes, con los que conseguían de los ahorradores e impositores del país, para atender a la demanda de créditos, y consiguieron el dinero que necesitaban en los mercados externos, que lógicamente tienen que devolver. La alta demanda de viviendas y las muchas facilidades para la compra, lo que se traducia en prebendas para los banqueros, hizo que los precios se dispararan, el suelo como parte fundamental de la construcción se encareció especialmente gracias a leyes funestas que regulaban su uso y los especulares del mismo acapararon grandes fortunas, que por supuesto sacaron del país para integrarlas en esos famosos y descontrolados mercados especulativos o mantenerlos ocultos como dinero negro.
El problema surge cuando el tinglado de la construcción supera su capacidad de autoalimentarse, por lo que pierde impulso y termina por caer. La construcción y todas las actividades relacionadas con ella despiden trabajadores, lo que supone disminución del consumo y aumento del paro en la mayoría de los sectores económicos del país que se unen a los del sector de la construcción, como consecuencia disminuye las recaudaciones tributarias del estado y aumenta el gasto en pagar a los desempleados y en otras iniciativas, poco afortunadas, por lo que se incrementan el déficit publico y la deuda pública.
Simultaneamente las entidades bancarias dejan de cobrar los prestamos especialmente los hipotecarios, tanto de particulares como de empresas de la construcción y de los sectores afines, al ejecutarlos se hacen propietarios de un parque de viviendas que sobrevaloraron en su día, que no pueden vender y que figuran en su contabilidad a un precio muy superior al que el mercado le asigna.
Los terrenos, por otra parte, de los que son propietarios las entidades bancarias y con los que pretendían especular valen poco, aunque en sus libros tienen altos precios.
La dinámica se acelera y con ello los factores contrarios se acentúan. Estas entidades se enfrentan además a las deudas que tienen con los prestamistas externos que no pueden saldar.
Los gobiernos de turno buscan como única salida unir entidades bancarias en mal estado con otras que medio se defienden, aunque en la realidad todas está afectadas, y como consecuencia las malas hunden a las que se defendían, por lo que la situación general empeora.
En este contexto y ante la bajada de recaudación del estado, aunque se suban algunos impuestos, los servicios que el estado presta se deterioran aún más, los impulsos inversores desaparecen y se teme que esta cadena de despropósitos no termine nunca.
Este esquema se tiene que llenar de cifras, de nombres, de fechas y de cuantos datos sean necesarios para que los hechos queden esclarecidos.
Nadie puede negar que este país se ha empobrecido y que por lo tanto sus ciudadanos pagan las consecuencias, aunque no todos son más pobres porque esos consejeros y esos directivos y esos especuladores, que ya disfrutan de una amnistía fiscal para las ganancias negras que consiguieron con la especulaciones, se han enriquecido y mucho posiblemente con irregularidades, lo que se tiene que investigar.
Este país necesita un tratamiento enérgico para que recupere los principios éticos y que la sociedad los valore como un bien, lo que no ha hecho en los últimos tiempos.
La recuperación económica llegará, seguirá su marcha y culminará cuando el grado de riqueza de los españoles y la realidad se equilibren, aunque la riqueza estará cada día que pase más concentrada y peor distribuida, el estado de bienestar casi desaparecerá, el número de pobres aumentará y los derechos de los trabajadores seguirán sometidos a un proceso de deterioro.
Todos y cada uno de los consejeros y directivos de las entidades rescatadas tienen que rendir cuentas antes los tribunales, si no ocurre así el futuro en este país será difícil de vivir porque su realidad estará llena de porquería.