DE LOS BANCOS Y LOS BANQUEROS

DE  LOS BANCOS Y LOS BANQUEROS

Si aceptamos la idea que el sistema financiero es por ahora difícilmente sustituible, aunque en la mente de muchos socialistas pervivan otras ideas, se tiene que convenir, también, que es imprescindible modificarlo y que las modificaciones además de profundas son inaplazables.

Una de las inquietudes que afecta más a la sociedad, en estos tiempos, es el papel que juega el sistema financiero porque en él está el origen de la actual crisis que el mismo sistema, a causa de la mala política, alimenta y sostiene. Tal inquietud se manifiesta con frecuencia por medio de críticas directas a los bancos, que en definitiva son instituciones de las que no son propietarios los banqueros, sino mayoritariamente ciento de miles e incluso millones de pequeños accionistas que han invertido sus limitados ahorros y que no pintan nada en su gestión, pues son los banqueros los que manejan el dinero de todos los ciudadanos, lo hacen con tal cinismo que al mismo tiempo que ellos incrementan las prebendas que reciben reducen los dividendos para los accionistas en porcentajes muy altos y el valor de las instituciones bancarias baja hasta límites que son alarmantes. Sin olvidar que en este país más del cincuenta por ciento de la institución bancaria, léase cajas de ahorro, era de titularidad pública antes de iniciarse la crisis.

Pocos ciudadanos ponen sus críticas donde deben estar que es en los banqueros.

El desmadre de esa clase directiva ha llegado a su cenit, en este país, durante el mandato de un gobierno socialista que ha permanecido impávido ante los mismos, lo que sin duda es una dejación de responsabilidades que estará durante mucho tiempo en nuestro debe.

La gestión de los banqueros ha sido nefasta pues se ha centrado en fomentar plusvalías ficticias, ya que el dinero de todos no lo invertían en crear riqueza sino en negociar con la ya existente supervalorándola, al tiempo que aumentaban sus ingresos a costa de la institución de las maneras más diversas, algunas a través de prácticas que rozaban el delito, así hasta llegar a recibir sólo en concepto de sueldos cantidades de hasta dos  mil veces el salario mínimo y las jubilaciones se hicieron con planes de pensiones supermillonarios, hasta el extremo de batir con cada jubilación de uno de esos preboste todas las marcas imaginables. Hechos que tuvieron lugar antes de la crisis y cuando ésta azota a la parte más débil de la sociedad los latrocinios se mantenían y se acentuaban. Todos esos disparates han tenido lugar cuando el poder del estado estaba, supuestamente, en manos de un gobierno de izquierdas.

El abanico salarial nunca ha estado tan abierto ni la riqueza se ha distribuido de manera tan injusta, en la España democrática, como en los últimos años del mandato socialista.

En relación a los ingresos de los banqueros la respuesta más frecuente que se utilizaba, por parte de los gobernantes, para justificar tan lamentable situación era una pregunta: ¿cómo podemos controlar las retribuciones que unas entidades privadas asignan a sus consejos de administración y a sus directivos? Lo que demuestra hasta que extremos ha llegado la decadencia de algunos responsables de esta organización. Una respuesta a tal necedad sería simplemente recordarle que las cajas de ahorro no eran entidades de carácter privado, y en ellas se han cometido similares o mayores tropelías por parte de consejeros y directivos, nombrados y mantenidos por los políticos, que aún estarán contando sus ganancias millonarias, después de haber dejado a las instituciones que dirigían en la ruina total o próxima a ella y que los que están en activo mantienen esos salarios, miles de veces el mínimo, pese a recibir las entidades apoyos con el dinero de todos los españoles.

Las preguntas serían, si se limita el salario mínimo, ¿por qué no limitar el máximo?, si los salarios son miles de veces el salario mínimo, ¿por qué los impuestos sobre los mismos no pueden ser de noventa y cinco por ciento o más?

La clase directiva, que controla el sistema financiero, además de ser corrupta ha llegado a límites de incapacidad y arrogancia tales que exigen una renovación sin paliativos y un control de su gestión que ponga fin a los muchos despropósitos que protagonizan y tienen que pagar también por tantos abusos. Es de esperar que dentro de los profesionales de la banca, aunque se rijan por ideas claramente capitalistas, algunos haya con principios éticos que les permitan ejercer su trabajo respetando, al menos, los principios y las normas de un estado social, democrático y de derecho. Lo que los responsables políticos, sean del signo que sean, le tienen que exigir

Los responsables de dirigir el PSOE tendrían que explicar con claridad a la militancia y a todo el país los planes que tienen para hacer frente a este problema si algunas vez llegan a recuperar el poder, y las iniciativas que tomaran desde la oposición, porque los datos que los ciudadanos   pueden manejar ahora como gesto poco alentador es que el último consejo de ministros, del último gobierno socialista, indultó a un destacado miembro de ese grupo de personajes que están convencidos que la banca española es de su propiedad, no de los accionistas, y que el control del poder democrático sobre tales instituciones no lo pueden ejercer los representantes del pueblo soberano, sino que son ellos los que controlan al poder y les imponen sus políticas al mismo tiempo que atracan las instituciones que dirigen.

 

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