DE LA SOLIDARIDAD ENTRE LOS PUEBLOS
El corresponsal en España de un diario alemán intentaba burlarse de un colega español al decirle que gracias a los dineros alemanes su país estaba construyendo las infraestructuras, propias de una sociedad desarrollada, de las que carecía. El español no se tomó a broma aquellas palabras del amigo alemán, si no que se sintió ofendido por ellas pues en su opinión el país del compañero siempre se había favorecido de las políticas económicas comunitarias.
Le pidió al teutón que lo acompañara en un recorrido por algunos episodios de la historia en los que ambos países, Alemania y España, tuvieron relaciones especiales, ejercicio que él no hacía desde que terminó el bachillerato. Pretendía valorar así la solidaridad real de los germanos hacia su país y hacia los europeos en general.
Le recordó el reinado nefasto para España del emperador Carlos, primer monarca español de la dinastía de los Habsburgos, que tan solo convocaba las cortes de los diferentes territorios de España para conseguir recursos, que junto a los metales preciosos que veían de América dedicaba a sus guerras europeas y de religión en las que agotó las arcas españolas. Sangró al país de sus varones más fuertes y sanos con la intervención excesiva de los tercios viejos españoles, las tropas de élite de la época, en sus contiendas. Aplastó los movimientos comuneros y de germanías que eran, en definitiva, las vanguardias políticas, que contenían la mayor parte de la esencia del espíritu de libertad y de autonomía que había en el país y que estaban a la cabeza de Europa. La obsesión del monarca, que era lograr el control de Centroeuropa, lo arrastro a continuas contiendas por motivos religiosos y geopolíticos, que bien poco concernían al pueblo español, al que si le importaba las enormes deudas que contrajo con banqueros genoveses y prestamistas alemanes, para conseguir su nombramiento de emperador y para realizar sus campañas guerreras. Política que costó muy cara a la economía y al desarrollo de España, que la lastró durante siglos.
Le recordó lo barato que le salió al tercer Reich alemán utilizar a España como campo de prueba de su aviación militar y de sus ejércitos de tierra en las vísperas de la segunda guerra mundial, que igual que la primera, llevó a Europa hasta el genocidio, la destrucción y a la miseria y que ambas las iniciaron los germanos. Las decenas de miles de españoles que murieron en los frentes rusos durante la contienda y las consecuencias tan funestas de tal alianza para los españoles, pues el tirano sanguinario ganó la guerra civil gracias a las ayudas que recibió del tercer Reich, para después mantenerse en el poder durante cerca de cuarenta años, para retener al país aislado y en la indigencia durante más de una década, impedir que los beneficios del plan Marshall llegaran a nuestro país, plan que hizo que tuviera lugar el famoso milagro alemán de la posguerra. Para terminar España no pudo reclamar ninguna indemnización al estado Alemán, por las destrucciones que su fuerzas armas hicieron durante la guerra civil.
Aquellos trazos gordos de la historia, que le hizo su amigo, no sentaron nada bien al periodista alemán, pero si animó al colega español y para terminar le recordó que Roma, exterminadora de pueblos y asimiladora, exportadora e implantadora de culturas, pastó para su desgracia con los pueblos germánicos, lo que permitió que éstos destruyeran la Europa civilizada y la sumieran en siglos de oscurantismo para emerger sometida a la Santa Madre para desgracia de los europeos.
Lo cierto es que en la actualidad Europa ha decidido, para su mal, ponerse en manos de la Alemania de derechas, que nunca ha sido solidaria, en el terreno económico y gracias a ello está sufriendo una prolongación y profundización de la crisis exagerada y ha facilitado a los especuladores su labor para arrinconar y sangran a los estados y entre ellos llevar a Grecia, que sin duda ha mantenido durante años una administración de sus recursos desastrosa, a una situación próxima a la de un estado fallido. Alemania ha dado, además, una muestra extrema de su insolidaridad al negarse a ir hacia una Europa que respalde en masa a todos sus miembros para contener así a los llamados mercados que bien se podían llamar prestamistas usureros sin regulación ni control, porque ella con su política poco solidaria tiene ventajas en los intereses de su deuda con relación a los demás estados de la zona euro, además de proteger a sus bancos.
En esta situación de una Europa en la que falta la solidaridad necesaria entre los estados que la forman, para superar los malos momentos por los que pasa y repercuta para bien en sus ciudadanos, representantes del P.S.C. salen a los medios de comunicación a reclamar un plazo para que cese lo que ellos llaman solidaridad de Cataluña con todos los españoles. Estos personajes han confundido, sin duda, el socialismo con el nacionalismo, aunque no cabe duda que hay muchos socialistas en Cataluña los que han hecho tales declaraciones no lo son y están minando la credibilidad de la organización. Deben de recordar que unos de los fundamentos del socialismo es la solidaridad entre los pueblos y no pueden olvidar lo que se escondía detrás de la supuesta unión de nacionalismo y socialismo.
Tienen que saber, además, que todos los españoles pagan sus impuestos para recibir a cambio similares servicios del estado. Otra cuestión es que en determinadas zonas del país la recaudación sea mayor porque se ubiquen más cabeceras de empresas, porque contribuyan ciudadanos con rentas más altas o se den otras circunstancias que favorezcan el incremento de la recaudación. Deberían saber, también, que las comunidades autónomas tienen capacidad para aumentar o incluso crear o eliminar determinados tributos que en aquellas comunidades con rentas medias más altas podrán aportar recursos complementarios a la Administración Autónoma correspondiente. Lo que carece de sentido es que se repita el disparate que llevó a término Aznar en su nefasto mandato al llegar, con los nacionalistas del País Vasco, a acuerdos económicos que fueron más allá del régimen foral lo que quizá en el momento oportuno se tendrían que revisar.